Si no fuera por la noche, jamás habría visto una luciérnaga. Apareció de repente, ondulando en la oscuridad que yo misma había perseguido cuando los otros celebraban el fin de algo. El ruido, la música, la pólvora. El mundo se diluyó en ese instante en que la fragilidad se hizo luz. Y mientras ella tejía un manto invisible, me di cuenta que todo en mí sería invierno.
A.
Sólo nos queda mirar la luz de la luciérnaga,
ResponderEliminarese débil chispazo en la hoguera del verano
más débil que la memoria de una ola.
Miremos la luz de la luciérnaga.
A ella se ha reducido el mundo.
Jorge T.