Hace un año que no llueve y el mar –a miles de espejos de distancia- tiene la culpa. En las quebradas se alojan miradas agónicas. De la ceiba que crecía en medio del lago solo queda un tronco hueco. Hasta los mosquitos decidieron huir a tierras menos hostiles y las libélulas, cansadas de perseguir fantasmas, mueren de agotamiento en la carretera.
A.
No te conozco A., pero tus textos me conmueven. Yo siempre escribí pero dejé de hacerlo por razones de estudio y trabajos. Leer palabras como éstas me recuerdan la necesidad de retomar esa costumbre olvidada de sentir.
ResponderEliminarClara Montoya, de Villa de Leiva, Colombia.