jueves, 23 de mayo de 2013

Caracol



¿Y la virgen? La madre Isabel, una monja gorda y morena que abrazaba como si quisiera asfixiar, hizo la pregunta. Ya habían desfilado los pastores, los campesinos, algunos animales. Pero el personaje principal no aparecía. Recuerdo que mi madre se había quedado despierta toda la noche cosiendo el disfraz. La enorme tela azul había adquirido forma gracias a sus manos. Incluso había hecho un bordado brillante para darle un toque místico a la túnica. Sí, recuerdo a mi madre cortando, hilando, suspirando apenas cuando la aguja se enterraba en alguno de sus dedos. Ser la virgen no estaba en mi destino. Al menos no esa virgen muda, estática. Ese maniquí de virgen sometida. Ya habían desfilado los pastores, los campesinos, algunos animales. Pero la virgen que tanto buscaba la madre Isabel estaba en el jardín de la escuela recogiendo flores de manzanilla, viendo por primera vez a un caracol deslizarse por la corteza de un árbol.
Andrea

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