domingo, 19 de mayo de 2013
Espectadores
El mundo está lleno de espectadores y muy pero muy pocos protagonistas. La situación evoca en parte a lo que sucede en un gran estadio de fútbol donde 80 mil personas permanecen atentas antes las evoluciones de apenas 22 individuos o menos si hubo algún expulsado en un equipo. Ser observador no exime de responsabilidad frente a las tragedias cotidianas, ya sean cercanas o lejanas. Al contrario. Todo espectador que ve a un niño en estado crítico, o una situación equis que a todas luces es injusta, o incluso a un miembro de su familia cometiendo un crimen más o menos encubierto, es, fuera de toda discusión, partícipe activo de la que ocurre y ocurrirá tarde o temprano con pequeños grupos de personas o con la humanidad entera. También con la naturaleza y el futuro en general. El simple acto de observar debería ir acompañado al menos de mínimas acciones reparadoras. De no ser así los espectadores que, como se ha dicho, conforman una parte significativa de la sociedad, tendrán que rendir cuentas alguna vez por una mirada, la de ellos, demasiado parecida a la ceguera, la estupidez o la complicidad.
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