lunes, 6 de mayo de 2013
Lugares vacíos
No hay nada en los lugares si no son observados, vividos, sufridos, odiados, amados o amasados. Nada en la silla, la cama, el cubo o la mesa. Nada de nada en ninguna parte. Un lugar empieza a significar algo si se vuelve mito, recuerdo, altar de adoración, indiferencia o rechazo. No hay nada en los hechos en sí. Nada en el objeto, nada en las fotos, nada en la ropa usada por más íntima que sea, fuera o fuese. Ninguna trascendencia en el corazón de la cosa misma. Y la cosa misma es un cero absoluto si no está cargada de humores, olores, sabores, sinsabores, manchas de rara humedad. Nadie huye de lo que no desaparece. Nadie va más allá de su propia sombra.
L.
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