lunes, 20 de mayo de 2013

El maestro ignorante


La actitud del educador ha de ser la del maestro ignorante que imaginó Jacques Rancière en un libro del mismo nombre. El maestro ignorante. ¿Se trata de un profesor que no sabe nada y comparte su ignorancia con los demás? En absoluto. Sabe y mucho. Pero no lo vomita sobre los alumnos como si fuera un burócrata. Lo introduce de tal modo que gracias a su esfuerzo consigue que el alumnado despierte de un largo bostezo y escuche con la mayor atención y piense algo sobre algo. El buen maestro, además, comparte con los alumnos sus propias dudas, sus angustias, sus momentos de confusión. Pero no por ello abandona su lugar rector al frente de la clase. El maestro da a sus alumnos la orden de entrar a un bosque cuya salida tampoco el maestro conoce. Por último. Todo maestro suelta en el aula un globo de gestos y palabras que deberá dejar volar en el espacio para que los chicos jueguen con él, se lo pasen de mano en mano e incluso lo destruyan si hace falta. Caerán sobre los chicos un montón de papelitos y estrellas de origen ignoto y, de tal modo, entre lúdico y provocador, el acto educativo habrá tenido lugar.
L.

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