Solemos confundir el acto de amar a una persona con la necesidad y la producción. O también con el consumo liso y llano. De pronto parece que la pareja se relacionara no tanto con el amor sino con la satisfacción de un requerimiento social o económico, con el cumplimiento de un mandato social, con una estrategia vinculada al poder. Pero no hay satisfacción en el deseo. No hay meta alcanzada sino, al contrario, un objetivo que siempre se ubica en la línea del horizonte, como si se burlara de nuestras apetencias. La frase "te necesito" es por eso mismo peligrosa y exigente. La frase "te amo", en cambio, se coloca bien más allá de cualquier definición.
L.
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