viernes, 10 de mayo de 2013

La pureza


La pureza no siempre huele a perfume francés. Tampoco se viste con ropa cara y no siempre va, la pureza, a la misa del domingo. La pureza tiene olor, tiene manchas, tiene avances y también retrocesos. ¡Y sexo! No hay pureza sin sombras deformes. No hay pureza tan pura como sería de imaginar. La pureza es más bien sucia, brutal, impresentable. A veces tiene olor a transpiración en las axilas o entre las piernas. Y no por eso es menos limpia. Y a veces la pureza engaña a quienes dice amar. Es por ello infiel. Y en ocasiones la pureza incluso traiciona y no cumple con sus prístinas promesas. La pureza, ya se ha dicho, no siempre huele a perfume francés.
L.

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