Si escapar es el objetivo deberíamos convertirnos en artistas de la fuga y no en meros aficionados que actúan guiados por la desesperación o el signo de lo imposible. El ejemplo es Houdini, el gran mago que electrizó al público con una serie de fugas en las que se jugaba la vida, reinventando y volviendo a burlar -una y otra vez- su propio encierro. Houdini necesitaba un borde oscuro del cual apartarse con elegancia: cadenas, sarcófago, celda, fondo del mar, puerta blindada. Escapar de la nada hacia la nada no tenía gracia para él. Era un prófugo necesitado de cárcel. Su verdadera aventura no era ser libre sino producir el acto de liberarse constantemente de algo o de alguien. El espectador no le pagaba para verlo en vuelo sino para descubrirlo en el instante mismo de la liberación. De ese modo podía soñar esa posibilidad para sí mismo. Como Houdini escapamos de aquello a lo que fatalmente volveremos. Como él pensamos que no existe huída verdadera sino el acto creador que se nutre del poema y no de la evasión por la evasión misma.
L.
La comparación con Houdini me parece acertada. Como decís la magia para él no estaba en otra cosa que no fuera el acto mismo de liberarse. Del post se deduce también que si bien no hay escapatoria hay al menos un constante esfuerzo en pos o en post (chiste) de la libertad. Muy buena trilogía y felicitaciones también por las fotos.
ResponderEliminarCarlos Alberto Noronha
Coincido con la visión de la fuga no como mera evasión sino como paso esencial previo a todo acto creador. Permite descubrir el valor trascendente que un poema puede tener y comprender un espíritu audaz como el de Houdini.
ResponderEliminarGraciela B