sábado, 26 de diciembre de 2009

Arte de la fuga III


No creo en los viajes como salvación. No hay salvación. Tampoco en atarme a lo que sea. No creo en irme o estar quieto. Nadie escapa de sí mismo. No me importan los hechos sino apenas los sentimientos -más o menos limpios- que esos hechos despiertan. Dónde estoy, si comí, hacia qué lugar me dirijo, con quién me acuesto y por qué, son asuntos que únicamente interesan a los felices que me rodean. A los que no tienen tema. Sirven a lo sumo para hablar por celular o con la familia y los amigos en la cena de fin de año. No me atraen las novelas, fotos o películas que se basan en acontecimientos. Quiero escribir una historia del alma (la mía o la de cualquiera) dejando afuera los sucesos cotidianos y obligatorios. No creo en el sexo puro. Creo en el amor que se moja con la doble llama del deseo. No creo en los instrumentos. Creo en la música.

L.

6 comentarios:

  1. Creo que este texto es una reflexión sobre el espíritu. Es hermoso hablar de historias de almas. Lástima que a veces nos dejamos invadir por lo cotidiano y obligatorio o no sabemos darle a lo espiritual el espacio que necesita.
    Me quedo pensando.
    Graciela B

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  2. Agamben cita a Faucault cuando dice que la marca de un autor brilla en la singularidad de su ausencia. Esto podría leerse del siguiente modo: me vuelvo notorio por la forma que elijo para desaparecer, esto es, para huir. Gracias por ayudar a pensar.
    Stella

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  3. Esa línea de pensamiento, que descubre lo inútil de la fuga geográfica a la hora del apuro por dejar de sentir y va revelando conceptos vacíos, arcaicos; se acerca al diminuto espacio que ocupa el alma en la vida de todos los días.
    Es en ese punto que se abre la puerta de la espiritualidad, llegando a la madurez de poder conectarse con ese dios o energía, fuerza vital que vive dentro de uno.
    A veces hay que desandar años perdidos y pensar.
    Gana importancia el silencio y se impone la meditación.
    Saluti,
    e

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  4. Recién después de leer este posteo, puedo entender con claridad (más bien con palabras claras) a que te referias en algunas de tus clases. Es tan perfecta la idea que se torna casi imposible ejecutarla.
    "No me atraen las novelas, fotos o películas que se basan en acontecimientos. Quiero escribir una historia del alma (la mía o la de cualquiera) dejando afuera los sucesos cotidianos y obligatorios". Ahora sí. Todo claro. Es perfecto Luis.
    Vale

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