lunes, 7 de diciembre de 2009

Un gato guevarista


El dolor de ya no ser empujó a mi gato al guevarismo. El primer paso fue leer una larga biografía del Che (foto). Aún entendiendo poco se inclinó por el foquismo guerrillero para vencer a un enemigo no del todo claro. Vamos a cambiar la vida, proclamó en los techos durante el primer acto realizado bajo la luna. Lo escuchaban desganados un callejero atigrado (el más combativo del grupo), un gato persa que pasó por casualidad y una hembra de angora preocupada por los problemas de género. Motivos para la rebelión no faltaban: mala alimentación generalizada, traición de Greenpeace al ignorar el sombrío destino de los gatos y salvar en cambio a las ballenas, desamparo completo en días de lluvia, persecución a cargo de los milicos sanguinarios del instituto Pasteur. Para mi gato y unos pocos seguidores había llegado la hora de sacar los pies del plato (de paso la leche conserva el sabor). “El argumento de los capitalistas para marginarnos es el supuesto rasgo independiente de la especie –proclamó Grusswillis en un alarde inesperado de cultura general-. Encubren de ese modo el profundo desinterés por las mascotas”. El poder nace de la boca del fusil, alardeó luego evocando una frase leída fuera de contexto y sin tener la menor idea de qué cosa es un fusil. El campo rodea a la ciudad, añadió en voz baja un gato de ojos achinados recién llegado de Puán. Hay que endurecerse pero jamás perder la ternura, subrayó Grusswillis citando un miniposter del Once. La primera acción (fallida) fue asaltar un camión de whiskas. Aprovecharon que había estacionado frente a una veterinaria de Boedo. El grupo (todos con boina y estrella) intentó llevarse las bolsas pero fue detectado en el momento mismo del asalto. Dos, entre ellos mi gato, lograron escapar. El tercero sigue enjaulado en la veterinaria donde ahora lo venden a diez pesos. Las acciones armadas se sucedieron sin éxito: intento de toma del Pasteur, homenaje clandestino a Gatúbela (alias Tania) en el Puente Pueyrredón, creación del primer territorio libre de perros. Supe que anoche mi gato resolvió cambiar de estrategia. Vamos de derrota en derrota, admitió. Sus compañeros estuvieron de acuerdo sobre la base de continuar la lucha por otros medios. Fue emocionante ver a los sobrevivientes en la reunión de despedida. Cuatro gatos locos con la pata en alto y Grusswillis finalizando su arenga con un obvio hasta la victoria siempre y el consabido no pasarán. Hasta la siamesa –cuya debilidad por los revolucionarios es célebre en los techos- alzó la patita con las uñas apretadas.
L.

5 comentarios:

  1. Es increíble lo que puede llegar a hacer alguien por amor.
    Rulo

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  2. Es bueno Grusswillis que haya transformado su dolor en energía para luchar por causas justas aunque preferiría que elija medios no violentos para hacerlo. Es mejor convencer que imponer. Mire sino el caso de la siamesa. Allí estaba escuchándolo y hasta redescubriéndolo diría yo.Su arenga la conmovió , su espíritu de líder, su palabra. Mida los riesgos y adelante.
    Graciela B

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  3. Desde Colegiales, Naoko cierra la patita en señal de apoyo maoísta y grita "Hasta la victoria, miamiau!"

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  4. Este Grusswillis es cada día más encantador

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