Es hora de rescatar el lado luminoso del amor. Los pueblos primitivos lo conocían de sobra. Era habitual que las parejas copularan junto a los sembrados suponiendo que el coito infundiría nueva fuerza a las semillas. Nadie puede negar el carácter transformador de esa corriente afectiva. La férrea voluntad de los protagonistas no tiene igual. Su buen humor los habilita para generar actos amistosos cuyos efectos llegan más allá del ser amado. La rara armonía conseguida entra en conflicto con la desarmonía del mundo. Y sus efectos redundan en cambios existenciales difíciles de medir. Algunos se molestan y acusan a los amantes de ser los subversivos de nuestro tiempo. Es posible que así sea. Porque los enamorados -al igual que los guerrilleros de alma- están siempre dispuestos a inmolarse por la causa.
Los átomos forman moléculas. No hay voluntad sólo un estar ahí para que inquietas cargas eléctricas se asocien o se rechacen. Fuerzas constantes producirán los mismos efectos. En la naturaleza lo accidental del amor que también surge como resultado de fuerzas de atracción reside para mí en que son almas las que se unen y los enamorados generan entonces una fuerza visceral capaz de salvar, cambiar destinos y sobre todo amar superando cualquier límite que la naturaleza pudiera ofrecer.
ResponderEliminarGraciela B
Inmolarse por la causa, impecable definiciòn del acto de amor.Lindìsimo!
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