martes, 1 de diciembre de 2009

Las fiestas


No soy el único en pensarlo. Sé que les pasa a muchos pero algunos temen que se los acuse de amargados. Ver las cosas de otro modo es un pecado socialmente inadmisible. La sola figura de Papá Noel decorando una vidriera me arruina el día. Los cables con lamparitas, las promos berretas del Coto, las agendas 2010, la inundación de insufribles pps, el empalagoso combustible espiritual. Las fiestas desatan demonios oscuros en calles, familias y almas. Al destaparse las botellas saltan las miserias mejor escondidas. Que se cumplan todos los deseos, dice el coro mirando hacia otro lado. Feliz Navidad y próspero Año Nuevo, repiten los reyes del sarcasmo. Nadie se anima a nombrar lo que nos falta. Nadie admite que la pregunta sigue sin respuesta. Que la fiesta está en otra parte. Que la alegría no depende de actos protocolares, burbujas de Chandon o fuegos de artificio. La vida no tiene solución. Y de esta verdad irrenunciable no nos salva ni el apocalipsis del calendario maya.
L.

5 comentarios:

  1. Mis recuerdos de la navidad están llenos de melancolía. Siempre escuché a mi madre decir que odiaba las fiestas y cuando le preguntaba la razón no tenía ningún argumento preciso. Yo personalmente detesto la falsa alegría y el estado en que se pone una persona cuando está embriagada. Eso es, detesto la embriaguez, la mirada ausente de alguien que simula celebrar algo pero que en el fondo quisiera estar en cualquier otro lugar.

    Verónica

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  2. Hay una alternativa, Luis. Celebrar con lo que llamo familias no sanguíneas, es decir, con aquella gente cercana que nos hace sentir bien y a la que vemos no por mandato familiar sino por el solo deseo del encuentro. Ahí, creo, las fiestas dejan de ser lo que decís.
    Rulo

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  3. Tal como decís la fiesta está en otra parte. La Navidad no es el arbolito y la reunión si no están ambos cargados del sentido de renovación espiritual y esperanza en un mensaje de amor que se sustenta en la caridad. Es una fiesta interior profunda y comprometida que lamentablemente ha quedado sepultada por vanalidades. Inevitablemente aparecen los mensajes empalagosos que ocultan y pretenden lavar acciones oscuras pero eso es parte del mundo y tal vez este tiempo ayude siquiera a alguna pequeña reflexión. Son estos días una buena oportunidad para ejercitar la tolerancia sobre todo si podemos cargar nuevamente de sentido las palabras.
    Graciela B

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  4. Usted es un sabio! Cada post que leo me siento más contento de haberlo cruzado en un aula. Al carajo con la burocracia familiar. La vida es ahora.
    Groso
    Abrazo

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  5. Yo estoy en un dilema.
    Por un lado pienso que es muy hipócrita y egoísta ponerse a festejar algo que uno no sabe bien qué es, mientras a nuestro alrededor hay miseria y hambre. Y nosotros nos damos un festín de regalos y comida sin relojear para el otro lado, sabiendo que si vemos esas caras largas nos ponemos incómodos al afrontar la triste verdad en la que vivimos y que intentamos caretear con estas "fiestas".
    Pero mientras pienso todo esto yo ya compré los regalos a la gente que quiero.
    Por otro lado, creo que el costado bueno del 24 a la noche está en aprovechar un momento con la familia que no vemos todos los días y que sí quiero ver, aunque seamos todos muy distintos.
    Pero sigo sintiendo esa culpa por poder tener una noche de paz mientras el mundo se debate entre el poder, la guita, la codicia y la avaricia.

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