martes, 1 de octubre de 2013

De regreso


Y Paula sin aparecer. El vuelo estaba retrasado y la espera se hizo larga. En la pantalla leí palabras desalentadoras. Retrasado, anulado, en zona, desviado. Finalmente pude ver aterrizado. Pero el tiempo pasaba y nada. Yo miraba cuerpos, bufandas, vestidos. Y Paula sin aparecer. No fue difícil escribir en un papel. Como adivinando, como sabiendo, como si viviera más allá, como quien disfruta unas horas de gracia mirando el mundo sin prisa, las caras adormecidas, las telas entreabiertas, las voces perdidas en las voces. Dejé de escribir para alzar la vista y ver por fin a Paula con sus valijas negras, su tos, su cansancio de siglos. Me dijo que el clima no ayudó. Me dijo que el avión empezó a dar vueltas en el cielo. Hasta se habló, me dijo, de desviar el vuelo hacia París. Ella hablaba pero yo no escuchaba. La miraba, eso sí, con atención. Ni un beso me diste, le dije finalmente. Y caminamos rumbo a la salida.
L.

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