viernes, 25 de octubre de 2013

Kabul


Me dice Paula que viaja a Kabul. Mientras se ducha me lo dice. Ella deja la puerta abierta por si acaso y el vapor llena el cuarto mientras canta o habla. ¿Kabul? Eso queda lejos, le digo mientras busco la toalla que pidió. A Kabul, sí, se hace un congreso de psiquiatría. ¿Y vos que tenés que ver con la psiquiatría? La conversación es absurda. Cuando entro al baño vuelvo a deslumbrarme con el cuerpo desnudo de Paula. La imagino en un hotel de Kabul siéndome infiel con un talibán o un marine de pelo cortito. Afganistán es un país en guerra, le digo. No parece un buen destino. Paula se pone una toalla como turbante y con otra frota su cuerpo duro, los pechos en punta, las nalgas redondas. Kabul, insiste Paula. Me voy a Kabul en noviembre. Fui invitada a un congreso de psiquiatría. Quiero conocer el mundo. Acaba de cerrar la canilla. Se ha quitado el turbante y me mira, envuelta en vapor, desde el baño perfumado. La palabra Kabul resuena peligrosamente sobre la cama.
L.

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