Solemos pensar que algo, por ser habitual, es deseable y conveniente. Pero nada es habitual. Hasta lo común resulta raro y excepcional. Ni siquiera los encuentros familiares, las vacaciones, los trabajos o los amores responden siempre a lo habitualmente esperado. Y no sólo eso. Situaciones históricas, sociales, ambientales o políticas como la tortura o la eliminación física de miles y millones de personas, también la pobreza o la injusticia en cualquiera de sus formas, también la destrucción del medio ambiente global, han sido y son consideradas normales y aún necesarias por una sociedad narcotizada. Bertolt Brecht, que algo sabía del asunto, llamó la atención sobre el tema. "Examinen sobre todo lo habitual -advirtió-. No acepten sin discusión las costumbres heredadas. Ante lo cotidiano no digan que es natural. En una época de confusión organizada, de desorden decretado, de arbitrariedad planificada y de humanidad deshumanizada, nunca digan -si desean que alguna vez la vida cambie- es natural, es común, es habitual".
L.
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