miércoles, 9 de octubre de 2013

El elegido


En agosto de 1967 la columna conducida por Ernesto Guevara ingresa en su etapa más negra. Los hombres que lo acompañan en Bolivia están enfermos y exhaustos. "Y yo con un caso de asma que no puedo controlar", escribe el Che en su diario. En virtual estado de desastre los guerrilleros se abren paso a golpes de machete por la brutal maleza del sudeste avanzando bajo la lluvia y el viento helado. En un breve descanso Guevara es fotografiado en un árbol leyendo un libro. Luego se lo ve llenando cuadernos sobre economía socialista. El 10 de septiembre apunta un suceso que, en su habitual tono irónico, califica de récord. "Casi olvido mencionar que hoy me bañé por primera vez en seis meses". No había más comida y escribe entonces: "entramos en la era de los pájaros". La opción que resta es cazar aves para alimentarse. Dos meses después, detenido por el ejército, da consejos a una maestra, visitante ocasional en la escuela donde será ultimado, sobre lucha y educación. Parecía ajeno, distante, superior. Diez años antes ya había exhibido esa actitud sorprendente. El pequeño grupo de desembarco del Granma había caído en una emboscada y Guevara, pensando en la muerte inminente, evocó una lectura de otros tiempos. Lo anota más tarde en un texto doctrinario. "Recordé un viejo cuento de Jack London donde el protagonista, apoyado en el tronco de un árbol, se dispone a acabar con dignidad su vida".
L.

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