miércoles, 5 de noviembre de 2014

Elogio de la infidelidad


Releyendo Intimidad, una novela breve e intensa de Hanif Kureishi, encuentro un elogio de la infidelidad digno de ser pensado y analizado con la mayor atención. En otras palabras dice el protagonista soñado por el escritor paquistaní, si uno no dejara nunca a nada ni a nadie se quedaría sin espacio libre para lo nuevo. Dicho de otro modo. Toda evolución personal implica un cierto grado de infidelidad al pasado, a las viejas opiniones de uno mismo, a la repetición de actos que no nos favorecen en ningún plano de la existencia. Es más. Tal vez cada día de nuestras vidas, que son breves por definición, debería contener al menos una infidelidad, sí, una traición necesaria y estimulante. Se trataría en fin de un acto optimista, esperanzador, que garantizaría la fe en el futuro. Sería una clara afirmación de que las cosas pueden ser no sólo diferentes sino mejores. Más en general la idea enlaza con otra, en este caso proveniente del psicoanálisis, igualmente valiosa. Mientras estemos poblados o habitados por el vacío habrá lugar disponible para el deseo. Si estamos llenos, si creemos haber alcanzado la plena plenitud, o incluso la felicidad, las ganas de vivir no tendrían de qué agarrarse. Seamos fieles al cambio entonces. Fieles hasta la muerte.
L.

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