viernes, 7 de noviembre de 2014
Raymond y Tess
Paula y yo somos escritores. Es la primera vez que me animo a decirlo. Es cierto que Paula no publicó nada aún y también es verdad que hay cuatro o cinco libros que llevan mi nombre en la tapa. No es necesario aclarar que eso carece de toda importancia. Voy a decirlo de nuevo entonces ahora que estoy animado. Andrea y yo somos escritores. Porque Paula es Andrea y yo invento historias en este espacio con ambas muchachas que en realidad son una o varias o quién sabe. ¿Y a qué viene esto? Yo estaba leyendo una nota en un diario viejo donde se habla de Raymond Carver (1939-1988) y de su viuda, la poeta estadounidense Tess Gallagher. Raymond y Tess (foto) se enredaron en una historia amorosa que duró diez años exactos. Poco antes de morir de un cáncer de pulmón Carver calificó a ese período como una especie de yapa o propina que tal vez no merecía. Antes de separarse por culpa de la señora muerte ambos se casaron, sintieron la proximidad de Chéjov, el autor ruso admirado por ambos, escribieron, viajaron un poco, fueron a caminar por la orilla de algunos ríos. Luego del sepelio Tess rescató varios cuentos y poemas desconocidos de Carver y los publicó. Todavía quedan cosas inéditas. Ella continuó con su producción poética aunque ya sin la presencia, también poética, del autor de Catedral. Pero este posteo empezó de otro modo y no sé por qué se desvió. Andrea y Paula escriben en torno a evocaciones colombianas y lo hacen, las dos, con una sensibilidad inusual. Acá, en el blog, se pueden leer unos veinte relatos de ella. Por mi parte pierdo tiempo en Suspendelviaje y en algunos textos sin género que por lo general abandono por la mitad. En síntesis. Andrea y yo somos una pareja de escritores. A ella le gustan las comas y yo las detesto. Eso no impide que pasemos juntos la noche o que leamos a Onetti con la misma devoción. Y dado que somos escritores no hablamos jamás de literatura. No hablamos de nada en realidad, una señal demasiado evidente de que más acá de la vida y más allá de las palabras nos queremos e incluso nos amamos...como Raymond y Tess.
L.
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que gran blog... llegué por este texto en particular Los amores imposibles son mejores que los posibles. No generan conflictos, duran toda la vida, no presentan roces de convivencia, pueden ser alimentados infinitamente como los sueños y los horizontes. Los amores imposibles no duelen nunca. No molestan con raros planteos. Son hasta sexualmente eficaces. Se diría en fin que los amores imposibles son perfectos, o, qué pena, casi perfectos... DE QUIEN ES????
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