Hay una canción de Luis Eduardo Aute que apunta a una generación, la mía, también a la de Aute, una generación que más allá de tal o cual excepción vendió sus ideales a precio demasiado barato, que cambió la idea de revolución por la de éxito, la del cambio radical por el arrodillarse ante los podridos poderes. Muchos ex compañeros míos de sueño y canto y deseo se modernizaron, claudicaron y así, quebrados, buscan ahora la fama, el éxito en los negocios, la trampa, la mentira, la ideología de ocasión, y todo con tal de acomodarse. En frente, claro, no hay mucho que ver. Sólo espuma de mar soplada por el viento, un instante que es todos los instantes, las ganas de cambiar todo para que todo no siga igual. ¿Se acabó la utopía? ¿Debemos entregarnos de pies y manos al triste y mezquino mandato de los tiempos? La belleza sigue en algún lado golpeando la maldita puerta.
L.
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