El tiempo para escribir, también el tiempo para leer y amar, es tiempo robado. ¿Robado a qué? ¿A quién? Quizás a los deberes familiares, al trabajo, a lo cotidiano en todas sus formas, a lo que sí o sí debe hacerse porque además es bien visto por la sociedad utilitaria. ¿Quién tiene tiempo para escribir una novela, un cuento o un poema? ¿A quién le sobran horas para enamorarse, besar o echarse a caminar por la orilla de un mar? ¿Y para qué haría semejantes cosas? En resumen. El tiempo de creación, el tiempo para pensarse, reescribirse y nacer de nuevo, es tiempo robado al tiempo.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario