domingo, 2 de noviembre de 2014

Lo principal I

Un cuento, un poema, una obra dramática o un cuadro no pueden componerse apenas de eso que algunos llaman lo profundo. Lo puramente esencial aburre, le da un tono solemne al conjunto, parece más un discurso escolar o político que una apuesta artística o vital. Y además, ¿quién nos asegura la esencialidad de algo? Heráclito, el filósofo griego, hablaba pero además orinaba, jugaba a los dados, caminaba junto a las cabras en las montañas del Asia Menor. De Shakespeare se dice que era mujeriego y burlón. Enormísimos escritores como por ejemplo Henry Miller aconsejaban a los autores nóveles escribir con cierta disciplina pero a la vez no olvidar salir de vez en cuando, tomar algo con los amigos en un bar, hablar, en fin, de cualquier cosa. Demasiada solemnidad cansa casi tanto como la pura estupidez. Lo más profundo a veces es la piel.
L.

1 comentario:

  1. Andrea, como estas? Empecé a releer el blog. Cuanto material valioso que hay. Te mando un abrazo

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