jueves, 25 de abril de 2013

Hermoso mientras duró


Hermoso fue este blog mientras duró. La época de los casi trescientos visitantes diarios, las maravillosas aventuras del gato Grusswillis, ya muerto, las historias de amor y desamor, las fotos atrevidas de cuerpos desnudos y ávidos, las eternas provocaciones disparadas contra el conformismo y las ideas dominantes, los concursos literarios, la tormenta de discusiones y la defensa del arte y la filosofía como últimas armas contra la ignorancia en leve ascenso. Ya todo aquello pasó. Fue hermoso este blog mientras duró. Hoy llegan a este espacio unos pocos nostálgicos de las viejas épocas, nosotros entre ellos, como queriendo reproducir la magia inicial, como esas parejas donde ya no pasa nada que tratan de reproducir el encanto de las primeras citas, ya sea pasando la noche en un hotel por horas, o bebiendo champaña a la luz de una vela, o haciendo un viaje de hiel parecido a la luna de empalagosa miel. Pero cuando no pasa nada ni por aquí ni por allá...¿para qué seguir?
L.

Luminosidad

miércoles, 24 de abril de 2013

Lo más costoso


Las cosas gratuitas son las que más cuestan. Cuesta en principio entender que son gratuitas. Cuesta en principio aceptar que son costosas. ¿Y de qué cosas exactamente estamos hablando? Quizás del amor, de la amistad, la dignidad, el deseo, la poesía, el encanto, el acto de soñar despiertos, la toma de conciencia, la culpa, el miedo a perder un amor de verdad. Ninguno de estos "productos" está en venta en los centros comerciales. Nadie come platos de pasiones y desgracias. La muerte es indigesta. El sexo es un misterio. No hay consumo ni compra ni venta posible de las cosas gratuitas. No salva el dinero en este caso. Pero el tema queda planteado para quien lo quiera meditar. Las cosas gratuitas son las que más cuestan.
L.

martes, 23 de abril de 2013

Dudar de todo

Dudar de todo, sí, enigmatizar la vida así sea en parte, un poco al menos, dudar de las medias, del slip, de la bombacha, de los raros corpiños, dudar del vaso y no del agua, podría decirse, de las manchas de humedad en las sábanas usadas ayer, en el amor o la guerra, las sábanas que luego serán colgadas para que el viento, que también duda, no está seguro, seque esos trapos, las medias, el slip, la bombacha, el alma, los raros corpiños que se usaron en tiempos remotos para sostener algo que ahora se cae, se cae y, sobre todo, duda en terminar de caer como, dice el poeta, lentas lágrimas sucias.
L.

Humedad

Para qué leer

Desde los suplementos culturales de los diarios quieren convencernos de que la lectura es buena como entretenimiento, para compartir lindas o terribles historias, para excitarnos sexualmente, para ser más cultos, para tener de qué hablar en los ambientes eruditos y académicos, para conquistar a jóvenes estudiantes de Letras, para olvidarnos del mundo real y entrar de lleno al universo de los sueños. No lo veo así. No lo veo así para nada. Leer es en sí mismo un acto inútil. No es productivo. No genera ganancias (más bien pérdidas), es un ejercicio que a veces resulta abrumador y deprimente. ¿Qué vamos a encontrar en los libros que no sepamos ya por experiencia o por haberlo leído en cualquier otro lado? La pregunta no tiene respuesta así como no la tiene cualquier "para qué" instalado en la mente demente. Leemos porque leemos. Leemos porque no podemos dejar de hacerlo. Leemos para completar eso que a la vida le falta. Pero aún así seguimos incompletos. Y por eso leemos más y todavía más acaso hasta morir leyendo. Bastaría con que el simple y silencioso acto de leer ayudara, como decía Pavese, para compensar en parte, en una mínima parte, las infinitas ofensas de la vida.
L.

El prado de los soñadores

lunes, 22 de abril de 2013

El dedo y la luna

No recuerdo exactamente cómo es o cómo era el famoso proverbio. Pero creo que la idea básica era o es más o menos así. Cuando el sabio señala la luna los imbéciles miran el dedo. No es fácil de interpretar pero voy a intentar algo en esa línea. El sabio sería una persona inquieta, por momentos desesperada, que ya sea por deslumbramiento o por angustia o por lo que sea muestra aquello que podríamos llamar principal. La luna. El sabio se interesa por algo trascendente como es o sería nuestro satélite natural. Los necios no reparan en ese objeto brillante y menguante y a veces oscuro. A los imbéciles solamente les interesa algo tan banal como el dedo que señala. Les importa el medio y no el mensaje. Los necios saben mucho más que el sabio. Este último no tiene ideas. Está dispuesto a tenerlas pero no las tiene. Ahí está la diferencia principal entre los idiotas y el sabio, un hombre desconcertado por definición.
L.

Lo que dijo el médico


Se puso los anteojos y miró atentamente los estudios indicados. Electrocardiograma, sangre, esperma, orina, lágrimas y todo lo demás. Volvió a ponerse los anteojos que no se había sacado y analizó esta vez el ecodopler de vasos. Es una especie de ecografía de las arterias donde puede saberse si uno es feliz o si va a morirse. Finalmente el médico se quitó los lentes y suspiró profundamente. Yo hojeaba una revista como si tal cosa. No dieron bien los análisis, musitó el hombre. Yo lo miré sin interés. ¿En qué sentido?, le pregunté desde lejos. En el sentido de que usted puede sufrir en cualquier momento un infarto, en cualquier momento un ACV, en cualquier momento la tragedia mayor, exageró. Yo seguí hojeando una revista de chimentos donde se veía a una modelo semidesnuda que al parecer le había sido infiel al novio con un productor de televisión. La nota estaba mal escrita pero era entretenida. ¿Me escuchó?, insistió el médico. Yo miré por la ventana. Se había posado ahí un pájaro de plumaje tornasolado. Una especie de aparición que me obligó a cerrar la revista y dejar de escuchar los comentarios profesionales. El ave del paraíso había llegado al fin.
L.

La partida


domingo, 21 de abril de 2013

Transformaciones mudas


Las transformaciones que importan ocurren en silencio y sin que nos demos cuenta. Cuanto más callado es el cambio más sonora es o será la culminación. Esto es algo común en la naturaleza y en nuestra vida. Los los ríos y los vientos tallan en silencio las montañas, el relieve, el paisaje. Algo similar ocurre con el cambio climático. No lo percibimos como tal. No sentimos fácilmente que la tierra se calienta. No alcanzamos a observar el derretimiento de los glaciares. De igual modo no vemos cómo crecen nuestros hijos ni cómo envejecemos. Algunas mujeres de treinta se sorprenden ante su primera cana. Vivimos una separación amorosa como un acontecimiento imprevisto y sin causa. Del amor se ha pasado a la indiferencia y no sabemos cómo. Las modificaciones de fondo no ocurren sino mediante procesos largos, mudos, imperceptibles.
L

La moral


Hay pocas ocupaciones, dijo Me-ti, que perjudiquen tanto la moral de un hombre como el hecho de ocuparse la moral. Oigo decir: hay que se fiel a la verdad, hay que cumplir las promesas, hay que luchar por las buenas causas. Pero los árboles no dicen: hay que ser verde, hay que dejar que los frutos caigan verticalmente al suelo, hay que dejar oír un susurro de hojas cuando el viento atraviesa el ramaje.
L

sábado, 20 de abril de 2013


Bella durmiente

Se ama a una mujer que durmiendo es todavía más linda que despierta. Esa es la prueba de fuego en la cama. Las brujas odiosas revelan el horror justamente cuando duermen. Las hadas, en cambio, muestran su encanto en ese estado intermedio entre la vigilia y el sueño. Es ahí donde las damas desnudan su rostro verdadero. Y es también en ese estado donde lo siniestro asoma sin disfraces. Se ama a una mujer que durmiendo es todavía más hermosa que despierta. Algo muy parecido, para no decir lo mismo, debe ocurrir con las mujeres cuando ven dormir a los hombres junto a ellas.
L.

La verdad


No son del otoño las hojas que salen y caen. Parece pero no son. No hay oro en las hojas amarillas del otoño. Ni siquiera hojas. Tienden en el suelo una piel cuarteada, reseca, una piel cruzada por una tensa nervadura en el centro. Una especie de curva que se abre en  esferas redondas y blandas. Tiernos labios de luz y de sombra. Del otoño son y no son las hojas y ni siquiera interviene la muerte en este juego. No son rojas ni amarillas ni verdes. Carecen de color y de estación. Son manos de vieja las hojas de otoño. Son gotas que caen dibujando círculos hasta llegar al suelo como ropa íntima. Desnudas quedan las ramas del otoño. Y no hay nada que mirar en ellas que no haya sido visto ya. No son del otoño las hojas del cielo. Parece pero no son.
L.  

Quebrada


viernes, 19 de abril de 2013

Lo útil

¿Qué cosa es útil? La pregunta parece tan fácil de responder que resulta sospechosa. ¿Qué cosa es inútil? La pregunta parece tan fácil de responder que, también, resulta sumamente sospechosa. Todos los días repetimos acciones que parecen destinadas a la obtención de algo palpable y real. La búsqueda es larga pero finalmente los objetivos supuestos se alcanzan. Qué bien, decimos. Llegué al fin, decimos. Se acabó el sufrimiento, decimos. Todo lo que hacemos a partir de ese instante parece atado a un perfecto plan que, además, el mundo valora y aplaude. Terminamos de decirlo y miramos alrededor. Temblando lo hacemos. Desamparados, solos, inseguros y, por si fuera poco, más vacíos e inútiles que nunca.
L.

Disponibilidad


Estar disponibles es una manera de estar en el mundo abierto a todas las músicas existentes. La actitud no debe confundirse con una especie de indiferencia, o un todo da lo mismo, o que venga lo que venga. El sabio no tiene ideas, decían los chinos en tiempos remotos. Pero está dispuesto a tenerlas, es decir, está disponible, no adopta un único punto de vista si bien, a la vez y al mismo tiempo, no deja de tenerlo en algún rincón de sí mismo. El sabio está atento al movimiento de todos los vientos. No se cuida de nada. Observa y actúa. Actúa y piensa y observa. Está disponible.
L.

jueves, 18 de abril de 2013

Gente peligrosa

Una persona sin culpa, no hundida en la culpabilidad, no gravemente culpógena, no ahogada en culpas, decía, una persona sin culpa ni escrúpulos de ninguna especie, es una persona de temer. Del mismo modo una persona sin miedo a perder el amor o los amores es también temible. Cosas simples como cuidar el jardín hermoso y efímero, eso que se deshace, podrían salvarnos y salvar el mundo.
L.

Yo no sé lo que se ve

Banalidad del bien



La gente buena es inocente por definición. Lo es a nivel irritante. ¿Pero cómo oponerse a tanta bondad? La opinión pública compra todo lo que los podridos poderes le venden. Donde existen gobiernos con alguna disposición a la justicia social recrudecen las denuncias mediáticas sobre corrupción, fraude electoral o lo que sea. Luego nada se comprueba y los medios ni siquiera se disculpan. Sin embargo esa misma opinión pública se muestra dispuesta a volver a ser engañada infinitamente. En eso se parece a ciertas mujeres y a ciertos hombres que se tapan los ojos ante la gritante infidelidad de sus parejas. Lo hacen con tal de disfrutar hasta el fin de una fingida, aunque algo estúpida, felicidad. La gente buena, también la mala, se ampara en la banalidad que gobierna el mundo. Eso no la salva de su complicidad. Y otra vez Oscar Wilde viene en apoyo a estas ideas sueltas. Suponer que los malvados son causantes de todas las desgracias que afectan al planeta es subestimar a los imbéciles.
L.

miércoles, 17 de abril de 2013

De paseo en el mercado

Volvieron los gatos a los techos vacíos


Volvieron los gatos a los techos vacíos. A gritos volvieron, a llantos, a pedradas. Volvieron en masa los gatos a los techos que hasta ayer poblaba en silencio el pequeño ser. Por él preguntan los gatos que volvieron a los techos vacíos. Por su ausencia incomprensible. Preguntan los gatos que volvieron esta noche por la suerte y el destino del pequeño ser. No aceptan la noticia de la muerte en la esquina. No era de él ese cuerpo congelado con las patas apenas encogidas en el mayor desconcierto. Volvieron los gatos a los techos vacíos y a puro llanto volvieron y a puro grito y a pedradas y a baldes meados por miles y millones de gatos y gatitos desesperados.
L.

Hasta poder vivir sin llanto

Los malos egoístas

Los malos egoístas destruyen el mundo en nombre de sus mezquinas y estúpidas apetencias. Arruinan todo, se apropian de todo, quieren todo para ellos y nada más que para ellos. Contaminan el agua, contaminan el cielo, arruinan las plantas y el amor. Los malos egoístas son, en realidad, muy descuidados consigo mismos. Se diría que no aprendieron el egoísmo de verdad. Porque los buenos egoístas cuidan la tierra, salvan a los niños del peligro, defienden el amor y la naturaleza. Saben, justamente porque son egoístas buenos, que embarrar el piso donde se está parado, a la larga, los perjudica. Pero casi nadie piensa en ésto. Los malos egoístas gobiernan el mundo.
L.  

martes, 16 de abril de 2013

Lo inacabado


Los días, los meses, los años sugieren formas de lo indeterminado, lo ambiguo, lo vago, lo que está siempre en proceso de llegar a algo que nunca se completa del todo. Porque todo es no todo y está hecho a medias. El mundo es incompleto por si acaso y por definición. Las acciones inacabadas componen lo esencial de la vida. Por mejores que sean los planes de trabajo el conjunto suele terminar sin haberse cristalizado como una obra, un reino o un castillo. En medio de las aguas tornasoladas y fluyentes sea quizás posible alcanzar tal o cual objetivo parcial. Un bote, un salto, un poema, un amor. Una totalidad en sí misma que se moverá como un barco en el mar hasta que llegue, porque siempre llega, la hora del naufragio.
L.

lunes, 15 de abril de 2013

Vení a buscarme


Experiencia inevitable


Que una novela o una película o una obra de teatro omitan por completo la experiencia sexual no deja de llamar la atención. Es o sería tan sorprendente como que esa novela o esa película o esa obra de teatro reduzcan la vida, exclusivamente, al contacto entre los cuerpos. El tratamiento artístico del tema es tan o más delicado que el abordaje de la política en las obras de arte. Un caso ejemplar en este asunto es el de Flaubert y su abordaje de lo erótico en la clásica novela Madame Bovary. El sexo está ahí en la base de la historia. Claro que la época resultaba complicada para semejante audacia. Por tal motivo lo sexual aparece en el relato de manera emboscada, inundando los episodios desde una sombra de sensualidad y malicia. El autor no necesita para nada del exceso pornográfico. Le basta, por ejemplo, la inolvidable escena de Emma desanudándose los cabellos como una consumada cortesana ante su amante. El sexo, en resumen, ocupa en esa novela un lugar central como lo ocupa en la vida por más intentos que se hagan por negarlo, disfrazarlo o eludirlo.
L.

Oscilaciones


Avanzar dos pasos y retroceder tres, cuatro o cinco. Reponerse, retomar la senda aprendida y racionalizada y detenerse nuevamente. La línea no es recta sino curva. Oscilaciones como la de una pequeña hormiga subiendo por el cuerpo sinuoso de una mujer y sus abismos deslizantes. Como el montañista que para seguir ascendiendo hasta la cima necesita volver sobre sus pasos, retroceder, como se dice, para alcanzar la meta por otras vías quizás más complejas y riesgosas. Como quien se duerme y se despierta. Como el soldado que espera en la trinchera que la batalla comience de una vez. Los procesos tan largos. Tan demorada la senda invisible que lleva al soñado, inseguro lugar. Un paso adelante. Dos pasos atrás.
L. 

sábado, 13 de abril de 2013

Perder

No se puede perder lo que nunca se tuvo. Si nada tuvimos en las manos no busquemos lo que jamás existió. ¿Pero de qué estamos hablando? No hubo nada no hubo nadie no hubo cosa poseída. ¿Y entonces cuál es el reclamo? No se puede extrañar a una persona desconocida por completo. No es posible soñar y soñar con la playa inexistente. ¿O sí? ¿O acaso puede perderse lo que nunca tuvimos?
L.

viernes, 12 de abril de 2013

Barriendo la casa



Me levanto y descubro que toda la casa se ha cubierto de hojas muertas y cansadas. Se ha cubierto de hojas de árboles talados que empiezo a barrer con especial dedicación y tristeza. Paso la escoba por lugares sagrados que hasta ayer habitaba el pequeño ser. El pequeño ser no es una hoja más y no se lo puede barrer porque se ha ido o se lo han llevado. No hay presencia entre las hojas. Sólo hojas que cubren el suelo de toda la sala. Y entre tantas manos arrugadas no hay un pelo, no hay mirada, no hay vida cuando me levanto y descubro que toda la casa está cubierta de silencio y hojas.
L. 

Tres rosas amarillas

jueves, 11 de abril de 2013

Límit


Es bueno aceptar que alguien nos ponga un límite y diga no. Que diga que no a cualquier intento nuestro de avanzar sobre el otro o la otra. La hermosa palabra no. Aceptarla sí aunque duela y moleste. No hacerlo sólo puede traernos más y más problemas. Reconocer el rechazo es un primer paso para poder vivir más o menos dignamente. Y del mismo modo es bueno aceptar que alguien nos diga sí. Que diga que sí a nuestro intento de avanzar. La hermosa palabra sí. Aceptarla porque entre otras cosas abre puertas. Aunque, admitamos también, la palabra sí puede traernos problemas.
L.

La huella


Dos caminos


O hacemos algo con la vida o nos diluimos. Hacer algo con la vida significa encaminarla en alguna dirección virtuosa. Trabajar, producir, crear, darle sentidos, densidades, carnaduras a nuestros días. O encaramos de una vez el problema o nos angustiamos, nos enfermamos, nos aburrimos, llenamos nuestras cabezas de pensamientos sombríos y poco estimulantes. O una cosa o la otra. Cada cual elige. El yo en expansión y librado a su suerte es peligroso. El yo encauzado, en cambio, es la cura o algo parecido. Dicho así parece todo muy simple. ¿Pero para qué complicar las cosas? O hacemos algo ya con nuestra vida o desaparecemos.
L.

La casa del aire

Otra vez tendía la mano hacia una casa del aire, un cometa, algo sin forma ni significado. Otra vez subía la cuesta rocosa, dura, amorosa, deslizante como un cuerpo húmedo y amable, por fin, la lluvia envolvía la Tierra con premoniciones y ella, otra vez, tendía la mano hacia una casa del aire. Ahí no había suelo seguro. Sólo viento helado. Ahí no había ropa ni libros ni esperanzas. Apenas una pocas paredes de tronco y viento, el sueño de la muchacha desnuda, el silencio que anticipa la explosión. No había mucho que hacer más que tender la mano hacia una casa del aire y, sí, esperar lo mejor.
L.

La huida


Con el desecamiento del mar el pez primitivo abandona su medio para explorar la tierra. Huye de tal modo de un infierno donde impera la ley del más fuerte y donde todos los seres están expuestos al peor de los destinos posibles. El pez primitivo se ve forzado a transportarse a sí mismo, sin ayuda alguna, respaldado apenas por las aguas que lleva en su interior. Lo propio de ese animal ya no es el sedentarismo, el creerse a salvo del miedo y el desastre, sino la huida. Pero las fugas del pez primitivo son algo más que fugas. Son conquistas, audacias, creaciones forzadas por la fuerza de las cosas.
L.

martes, 9 de abril de 2013

Vilcabamba

Me dicen que en Ecuador existe un paraíso llamado Vilcabamba. Está ubicado a cuarenta kilómetros al sudeste de Loja y a mil quinientos metros sobre el nivel del mar. Al parecer es un sitio de longevos. La gente supera los 120 años de vida. Vilcabamba tiene apenas un pequeño centro de seis cuadras de largo y seis de ancho. Hay un parque central, una iglesia y varios restoranes y posadas. No hay mucho para hacer ahí. Se puede andar a caballo o bicicleta, nadar en ríos o piletas y ver pasar el tiempo. Me dicen que el secreto de la longevidad está en el agua, muy pura, en el estilo de vida y el ejercicio físico necesario para subir montañas o bajar de ellas. El agua de los ríos de Vilcabamba, me dicen también, previene la osteoporosis y el colesterol. El tiempo pasa lento. El amor nace para quedarse. Un paraíso llamado Vilcabamba. Ojalá sea cierto. Y ojalá, también, no sea descubierto por el turismo internacional. No debí mencionar a Vilcabamba en el blog. Pero ya lo hice.
L.

Pornoblog

Los que conocen este espacio saben que cada vez que hablamos del blog mismo, es decir, de nada exterior a Suspendelviaje, utilizamos la palabra pornoblog. Nada que ver con nada y mucho menos con la pornografía que no forma parte de nuestras inclinaciones. Pero así fue y así es la costumbre adoptada. En este caso apenas para contar lo que me dijo anoche una alumna de periodismo vía Facebook. Concretamente me ha dicho la niña que le encanta este lugar, que ya lo difundió entre sus amigas y amigos, su abuela, sus hermanos y, lo principal, que ha comenzado a leerlo desde el principio y que, en estos días, está terminando de leer los posteos del año 2009. Me quedé helado. Este blog tiene ya casi seis mil entradas. En el caso de continuar su lectura la alumna en cuestión terminará en estado crítico...O no. Nunca se sabe. Pero el dato es alentador. Como he dicho hace poco hablando de otra cosa, no sé de qué me quejo.
L.

lunes, 8 de abril de 2013


De qué me quejo

La veo desnuda después del baño y me pregunto de qué me quejo. De qué me quejo vuelvo a decir de nuevo cuando tras la lluvia de la ducha la veo aún mojada en la espalda, con una toalla rodeando su cabeza y sus pechos goteando gotas ligeras sobre el piso del mundo. Y una vez más y otra por si no fuera suficiente. Por qué le dije lo que le dije la otra noche, pienso, cuando sin querer observo ahora sus nalgas tan suaves y perfectas. Por qué si ahora la veo magnífica reina en el reino de las hadas, ella, desnuda después del baño, ella la que inventa, dibuja o sueña mapas de países imposibles.
L.

Música de abril

domingo, 7 de abril de 2013


Deleuze, preguntas, problemas

Deleuze, a quien escuché ayer por televisión en un diálogo imperdible, critica la frivolidad de las entrevistas periodísticas que solemos leer en el diario o ver por televisión. Dice el filósofo ya desaparecido que los periodistas se limitan a hacer lo que llama interrogaciones. Deleuze distingue interrogaciones de preguntas que planteen verdaderos problemas. Y por si alguien no entendió ejemplifica. Preguntarle a alguien si cree en Dios carece de toda importancia. Preguntar en cambio si es más fácil vivir sin fe en un dios que siendo creyente, bueno, ahí sí tenemos una pregunta interesante o, para decirlo con palabras de Deleuze, un problema interesante. Pero no es esta última línea la que impera en los medios, ya sean de derecha o de izquierda. Predominan en cambio las interrogaciones que Deleuze desprecia con razón. Nadie quiere problemas. Todos, o casi todos, prefieren la obviedad de las respuestas esperables y que no molestan, como se dice, a nadie.
L.

sábado, 6 de abril de 2013

Elogio del enigma



Decimos que la vida no tiene sentido, que todo es absurdo, una farsa, que los días parecen un cuento narrado por un idiota. Aún aceptando la probable validez de esas metáforas la visión del mundo que de ellas se desprende no nos ayuda en absoluto. Al contrario. Nos aleja de cualquier posibilidad de entendimiento o acción específica. Algo puede hacerse sin embargo. Alcanzaría con cambiar las palabras absurdo, farsa o sinsentido por la palabra enigma. Alcanzaría dibujar en un papel una X gigante, como en la matemática, que nos convoque no a la pasividad sino a descifrar el misterio de la existencia así sea en parte. Ese trabajo de investigación y búsqueda nos dará alivio y nos acercará al menos a verdades parciales. El nihilismo extremo, en cambio, va llenarnos de resentimiento y nos dejará sin sentimientos.
L.

viernes, 5 de abril de 2013

No es sin eso


Ninguna de las cosas que hacemos se realiza totalmente. O se realiza en una parte mínima en relación a lo esperado. No importa de qué se trate la cuestión. Amor, carrera universitaria, carrera de obstáculos, adicción, sexo, trabajo, droga, viaje, etcétera. Nada cristaliza como lo desearíamos. De semejante incompletud podríamos sacar una conclusión errada. Preguntarnos por ejemplo para qué hacer algo que desde el vamos está destinado al fracaso. Sería, en efecto, una conclusión fallida. Para sostenerse y ser lo que es, la vida requiere de señuelos pasajeros y parciales. Los necesita como el aire aún sabiendo que no son ni serán el aire y que, finalmente, van a estallar como pompas de jabón. Se atribuye a Lacan haber desatado la madeja aquí expuesta con sólo cuatro palabras. No es sin eso. La vida no es nada sin eso que ni siquiera alivia un dolor de cabeza.
L.

jueves, 4 de abril de 2013

Creer en nada


La tentación de no creer en nada ni en nadie. No es difícil caer en ella porque todo parece apuntar en esa dirección. El mundo se cae, los malos ganan al final de todas las películas, los buenos resultan sospechosos de estafa reiterada. La tentación de desconfiar está muy alentada por los que saben. El consejo es imbatible. No confiar en nada ni en nadie. Tomar distancia. Encerrarse. Alejarse de la gente tóxica y, de paso, de la no tóxica. Cada chancho a su rancho, dice el lugar común y el público aplaude a rabiar. Debe admitirse que por momentos uno se inclina a adoptar esa filosofía congelada. En la misma línea entrarían también el amor, el futuro, el arte y hasta los sueños en voz alta. ¿Nueva noción de realidad? ¿Inteligencia? ¿Pesimismo convertido en nuevo credo? Nunca se sabe. Hay un lindo poema de Machado donde el autor habla de esa segunda inocencia que da en no creer en nada. Si es inocencia no es conciencia. Y menos aún inteligencia. Habrá que revisar la idea con cuidado. Hasta las moscas confían en las bondades del terrón de azúcar. Y hasta las hormigas trabajan para cambiar el eje de la Tierra.
L.

miércoles, 3 de abril de 2013

Corea


Sé muy poco de Corea. Tan poco que me da pudor hablar de ese país. Sé que Corea está partida en dos. Sé que al norte hay un régimen autodenominado comunista. Sé que Corea del Sur es un país aliado de los Estados Unidos con el cual, ahora, están haciendo juegos de guerra, ensayos en el mar o como se llame a eso. Y todo con buques dotados de decenas de misiles nucleares de verdad. Sé también que a modo de autodefensa o como retórica o como simple provocación el régimen imperante en el norte habla con insistencia de una posible guerra nuclear. Sé que Estados Unidos toma en serio la amenaza pero no tanto. Un vocero de Obama ha dicho hace poco que en Corea del Norte no se observan movimientos bélicos considerables. Aún así basta pensar que en pleno siglo XXI esté planteada la posibilidad de un enfrentamiento nuclear para admitir que los mayas tenían razón. El fin del mundo está cerca. Vi hermosas películas coreanas últimamente. Casi todas las de Kim-ki-duc, otras muy buenas también como La esposa de buen abogado, en fin, lindísimas películas que hablan de una vida posible en paz y armonía y amor. No sé por qué me afecta tanto la situación de creciente conflicto entre las dos Coreas. Pienso que debería existir una sola Corea, un solo mundo, una sola humanidad dispuesta a proteger el planeta del suicidio elegido y casi inminente. Pero veo que las cosas no son así y me siento, lo admito, el rey de los imbéciles.
L.

martes, 2 de abril de 2013

Romeo i Juliet


La necesidad


Aplicado al amor el verbo necesitar se vuelve peligroso. Necesito una mujer, necesito un porro, necesito un perro, necesito un auto, necesito un lavarropas, necesito alguien que me emparche un poco y que limpie mi cabeza. La lista puede o podría ser interminable. Necesito que alguien me ame o que por lo menos me haga masajes en el cuello y la cintura y por qué no más abajo, sí, en el culo, porque el dolor en el cuerpo no me deja siquiera escribir estas líneas desalineadas. Aplicado al amor o a lo que sea el verbo necesitar se vincula más al consumo puro y simple, como quien dice necesito un televisor, necesito comer, necesito coger y ya. No hay afecto en el verbo. No hay entrega. No parece que se comparta nada a partir de la necesidad individual. Necesito que venga una mujer y me ame, dice un poema de otros tiempos. Se reemplaza mujer por puta y nada esencial va a cambiar. No sé lo que quiero pero lo quiero ya, cantaban ayer los de Sumo. Lo mismo da. Deben existir frases mejores. Decir te necesito es sospechoso. Mejor te quiero. Mejor te amo. Pero mucho mejor será acabar con esto de una vez.
L. 

Lisboa

Rayuela erótica

Releyendo Rayuela, la novela experimental de Cortázar, me detengo en su profundo erotismo, que no es ginecológico sino profundo, es decir, un erotismo franco, ajeno a toda moralina, en carne viva como corresponde. Oliveira y la Maga hacen el amor o cogen de muchas maneras, siempre cotidianas, siempre distintas, siempre obscenas, una manera donde no faltan los olores, los fluidos que llenan la boca y otros agujeros, el cansancio, el cigarrillo, el hastío, todo eso que se mezcla en noches frenéticas o no tanto, esa pureza de pies sucios como el coito entre caimanes, no la pureza del santo sepulcro sino aquella del lecho un poco hundido en el centro con manchas, además, atesoradas como un recuerdo sin intención. Puro e impuro a la vez.
L.

Un comunista

Aguas que barren con todo

Con la lluvia de anoche, que fue constante, se inundó el comedor entero. En el torrente cayeron mis mejores libros, las fotos de antiguas novias, las cartas que escribió mi padre desde la cárcel, su acta de defunción, una vieja caja de preservativos, las últimas huellas que dejó, no en mi alma pero en el suelo, mi gato Grusswillis muerto en febrero. De pronto una circunstancia ajena nos anuncia no sólo que todos desapareceremos sino que también lo harán los objetos que nos acompañaron en la vida. Una simple lluvia alcanza para comprender la fugacidad de la existencia. Y tanto problema que nos hacemos por tonterías. Y tanto el tiempo que perdemos. Y esto, aquello y lo de más allá. Pero no hay que preocuparse. No es necesario el diluvio universal para que entendamos que estamos de paso. El tiempo corre, vuela y es atroz, y será mejor entregarnos a este día, no aprovecharlo porque nada se aprovecha, simplemente entregarnos en cuerpo y alma como si fuera, sí, el último día.
L.

lunes, 1 de abril de 2013

Acciones puras


Acciones puras. Como en el teatro. La pura acción en la que medita Oliveira en Rayuela. Hacer algo, hacer el bien, hacer pis, hacer tiempo, la acción en todas sus barajas. Entrar a todos los lugares, salir de todos los lugares, caminar, correr, detenerse, estirarse, refugiarse, gritar si necesario, callar pero sin dejar de moverse nunca. Acciones puras como en el teatro que sólo por añadidura provoquen pensamientos, meditaciones inesperadas, sueños. Pero todo como resultado de la pura acción. ¿Será así la cosa?
L.

Gente absurda y maravillosa


El amor es maravilloso y absurdo, dice alguien. Pero la gente maravillosa y absurda no abunda. Más bien escasea. Y si esa gente existe con el tiempo y la rutina tiende a dejar de ser absurda y maravillosa. Tiende a aceptar mansamente la ley del mundo. Algunos, sin embargo, resisten, se esconden, se ríen de la ley del mundo y siguen resultando personas maravillosas y absurdas. Con ellas debemos quedarnos. Y quedarnos, claro, hasta el fin.
L.