Desde los suplementos culturales de los diarios quieren convencernos de que la lectura es buena como entretenimiento, para compartir lindas o terribles historias, para excitarnos sexualmente, para ser más cultos, para tener de qué hablar en los ambientes eruditos y académicos, para conquistar a jóvenes estudiantes de Letras, para olvidarnos del mundo real y entrar de lleno al universo de los sueños. No lo veo así. No lo veo así para nada. Leer es en sí mismo un acto inútil. No es productivo. No genera ganancias (más bien pérdidas), es un ejercicio que a veces resulta abrumador y deprimente. ¿Qué vamos a encontrar en los libros que no sepamos ya por experiencia o por haberlo leído en cualquier otro lado? La pregunta no tiene respuesta así como no la tiene cualquier "para qué" instalado en la mente demente. Leemos porque leemos. Leemos porque no podemos dejar de hacerlo. Leemos para completar eso que a la vida le falta. Pero aún así seguimos incompletos. Y por eso leemos más y todavía más acaso hasta morir leyendo. Bastaría con que el simple y silencioso acto de leer ayudara, como decía Pavese, para compensar en parte, en una mínima parte, las infinitas ofensas de la vida.
L.
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