sábado, 20 de abril de 2013
La verdad
No son del otoño las hojas que salen y caen. Parece pero no son. No hay oro en las hojas amarillas del otoño. Ni siquiera hojas. Tienden en el suelo una piel cuarteada, reseca, una piel cruzada por una tensa nervadura en el centro. Una especie de curva que se abre en esferas redondas y blandas. Tiernos labios de luz y de sombra. Del otoño son y no son las hojas y ni siquiera interviene la muerte en este juego. No son rojas ni amarillas ni verdes. Carecen de color y de estación. Son manos de vieja las hojas de otoño. Son gotas que caen dibujando círculos hasta llegar al suelo como ropa íntima. Desnudas quedan las ramas del otoño. Y no hay nada que mirar en ellas que no haya sido visto ya. No son del otoño las hojas del cielo. Parece pero no son.
L.
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