miércoles, 3 de abril de 2013

Corea


Sé muy poco de Corea. Tan poco que me da pudor hablar de ese país. Sé que Corea está partida en dos. Sé que al norte hay un régimen autodenominado comunista. Sé que Corea del Sur es un país aliado de los Estados Unidos con el cual, ahora, están haciendo juegos de guerra, ensayos en el mar o como se llame a eso. Y todo con buques dotados de decenas de misiles nucleares de verdad. Sé también que a modo de autodefensa o como retórica o como simple provocación el régimen imperante en el norte habla con insistencia de una posible guerra nuclear. Sé que Estados Unidos toma en serio la amenaza pero no tanto. Un vocero de Obama ha dicho hace poco que en Corea del Norte no se observan movimientos bélicos considerables. Aún así basta pensar que en pleno siglo XXI esté planteada la posibilidad de un enfrentamiento nuclear para admitir que los mayas tenían razón. El fin del mundo está cerca. Vi hermosas películas coreanas últimamente. Casi todas las de Kim-ki-duc, otras muy buenas también como La esposa de buen abogado, en fin, lindísimas películas que hablan de una vida posible en paz y armonía y amor. No sé por qué me afecta tanto la situación de creciente conflicto entre las dos Coreas. Pienso que debería existir una sola Corea, un solo mundo, una sola humanidad dispuesta a proteger el planeta del suicidio elegido y casi inminente. Pero veo que las cosas no son así y me siento, lo admito, el rey de los imbéciles.
L.

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