Deleuze, a quien escuché ayer por televisión en un diálogo imperdible, critica la frivolidad de las entrevistas periodísticas que solemos leer en el diario o ver por televisión. Dice el filósofo ya desaparecido que los periodistas se limitan a hacer lo que llama interrogaciones. Deleuze distingue interrogaciones de preguntas que planteen verdaderos problemas. Y por si alguien no entendió ejemplifica. Preguntarle a alguien si cree en Dios carece de toda importancia. Preguntar en cambio si es más fácil vivir sin fe en un dios que siendo creyente, bueno, ahí sí tenemos una pregunta interesante o, para decirlo con palabras de Deleuze, un problema interesante. Pero no es esta última línea la que impera en los medios, ya sean de derecha o de izquierda. Predominan en cambio las interrogaciones que Deleuze desprecia con razón. Nadie quiere problemas. Todos, o casi todos, prefieren la obviedad de las respuestas esperables y que no molestan, como se dice, a nadie.
L.
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