domingo, 25 de agosto de 2013
Domingo a domingo
Paula hace bicicleta fija en la sala. Yo escribo algo acerca del miedo sin nombre que suele generar el domingo. Desde la sala se oye el pedaleo rítmico y feroz. No puedo ver a Paula desde acá pero imagino que se puso auriculares y escucha música para darse aliento. Hace un rato caminamos un poco y nos peleamos. Nada del otro mundo. Ella se adelantó una cuadra porque no aguantaba el paso lento de la multitud. Le dije que al parecer no disfrutaba de caminar conmigo. Paula como siempre no dijo nada. Yo me dejé caer, intenté dormir hasta que sentí el cuerpo de Paula muy pegado al mío, y, después, lo de siempre. Eso que empezó mal terminó de la mejor manera. Recordé lo que dijo una amiga de aquí. Había escrito que las peleas de pareja se curan en la cama. En su momento le discutí. Ahora no sé. La noche está cerca. Los pedales en la sala. Me pregunto si tendré fuerzas para enfrentar la dura semana. Domingo a domingo la misma angustia, la misma fe ciega y absurda y obstinada.
L.
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