Se quejan todos de la falta de tiempo. Nadie tiene tiempo para nada. Ni para leer ni para coger ni para llorar ni para bañarse. Hay tareas prioritarias que obligan a abandonar los últimos actos humanos que nos quedaban. Escribir ni hablar. Besar ni hablar. Escuchar al otro es un lujo que ya no podemos darnos. Increíblemente los que se quejan de la falta de tiempo pasan horas y horas en las redes sociales, días enteros hablando tonterías en las oficinas, viajes largos mirando el celular donde se agitan fantasmas que, tampoco ellos, tienen tiempo. ¿Habrá que hacer algo especial con el problema? ¿Tendremos que colocarnos en un no tiempo sin tiempo donde todo y hasta eso se vuelva posible? Conviene pensar la respuesta sin apuro y con el mayor detenimiento del que seamos capaces. Pensar más allá del tiempo.
L.
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