viernes, 2 de agosto de 2013
Todo es excepcional
Ninguna persona es igual a otra. Ninguna estrella. Ninguna gaviota se parece al resto de la bandada. Cada ola de mar es única en su espuma, vientre y altura. Lo dicho puede resultar subversivo y aún perturbador en un mundo educado y concebido a través de grandes y petrificantes clasificaciones. Gente tóxica, seres amargados, intelectuales aburridos, mujeres histéricas, malos alumnos, buenas personas, playas paradisíacas, excelentes amantes, perlas cultivadas. Pero nada de eso existe como grupo verificable. Cada playa es única. Cada gesto. Cada cuerpo. ¿Qué cosa es una típica chica de barrio? Imposible saberlo, entre otros motivos, porque lo típico es una pura y tranquilizadora invención. Lo singular se confirma en las huellas digitales. Somos miles de millones y ni una de esas líneas dibujadas se parece a otra. Ni una sola. Renunciar entonces a las generalizaciones fáciles y también a las difíciles. Observar con atención lo absolutamente único y original de hechos, cosas y personas. Ya es hora de aceptarlo. Clasificar no es entender.
L.
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