La reconocería. Con seguridad sabría quién es. Si por ejemplo la encontrara hoy en la calle de las funerarias. Un día como hoy después de tantos años no lo dudaría. O quizás sí. Pero sólo al principio. Pasados unos instantes sabría quién es y tal vez haría un gesto mezcla de sorpresa y alegría. Seguramente la invitaría a tomar algo cerca del mar, como aquel día, como si nada hubiera pasado y como si todo volviera a empezar entre nosotros. Pero al final entendería que nada terminado recomienza nunca. Y la dejaría perderse hasta verla convertida en un punto, sí, en la calle larga de las funerarias.
L.
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