jueves, 13 de junio de 2013
¿Quién se acuerda de los blogs?
Eso escuché hoy en algún lado. Una voz habló al pasar de lugares como éste, es decir, de raras cuevas de Altamira, solares primitivos, lugares donde antes alguien escribía algo, buscaba una foto provocadora, sostenía el espacio con estoicismo a la espera de que algún visitante se dignara a venir así fuera un toco y me voy. Eso ya fue. Quedan blogs todavía así como quedan satélites en derrumbe flotando en el espacio. O como esos cohetes disparados hace años con los que ya se perdió todo contacto. Los blogs. Libretas de apuntes, zonas de liberación casual o espiritual, conglomerado de ideas confusas, pretensiones literarias que muy pronto quedaban en el vacío. ¿Quién se acuerda aquí y ahora de los blogs? Ni siquiera nosotros, que seguimos acá, nos acordamos a veces. Quizás debamos renunciar de una vez a este intento inútil de comunicación y volver al sin para qué ni para quién, es decir, a la gratuidad del gesto, sí, como quien se despide del mundo con la mano, diciendo adiós o, en el mejor de los casos, con un hasta la próxima.
L.
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