viernes, 7 de junio de 2013

Nada más


Ayer tuve una epifanía. De repente me di cuenta de que, al igual que la estirpe de los Buendía, no tendré otra oportunidad sobre la faz de la tierra. Esto es y nada más. No me voy a sorprender de nuevo ante el sabor dulce y ácido de la guayaba, no veré a mi abuela acostada en su cama todas las mañanas, ya no tendré miedo de ser castigada con los brazos en alto como me obligaba la madre Isabel ni François me apuntará con su pistola de agua para sancionarme por olvidar la conjugación de un verbo. Tantas cosas no volverán a pasar y las que pasarán lo harán por última vez. El pensamiento parece obvio. La vida. Una sola. Pero apareció así, de repente, quizás porque cumplí años o porque era jueves. El vacío, por fin, se hizo carne. 
Andrea

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