Lo más difícil es el primer empujón. Mi auto se ha detenido en la ruta. Se ha frenado cuesta arriba. Más difícil aún. El auto es grande y pesado. La pendiente es pronunciada. El primer impulso es abandonar la tarea y sentarme al costado del camino a fumar, llorar o recordar un viejo amor. Pero algo me dice que de ese modo no llego a ningún lado. Me levanto y cada paso cuesta el doble. La angustia crece. El psiquismo funciona por inercia. ¿Suspendo el viaje? ¿Empujo el auto? ¿Lo abandono? ¿Tomo un Rivotril de dos miligramos más un de Ibuprofeno 400? Finalmente decido empujar el auto contra viento y marea. Descubro al fin que el mejor ansiolítico no está en las pastillas, o en la parálisis, sino en la acción.
L.
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