miércoles, 5 de junio de 2013

Para conocerte mejor


A la gente se la conoce no en la felicidad sino en la infelicidad. Por gente debe entenderse a familiares cercanos, amigos, incluso amores. Cualquiera besa y abraza y hasta copula con una persona a quien le va bien. Pero basta que el elegido se vuelva un perdedor, o que haya sufrido una tragedia inesperada, para que la mayoría de los familiares cercanos, amigos, incluso amores, se aleje con cualquier excusa. Nadie quiere recibir malas noticias. Nadie quiere ver en el sufrimiento ajeno el dolor propio. Nadie, en resumen, quiere tocar la abierta herida. De ahí la virtud no debidamente apreciada de la desgracia. Al menos permite conocer por fin a los demás. Porque a la gente se la conoce no en la felicidad sino en la infelicidad.
L.

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