Hay un núcleo de desamparo, un deseo sin nombre ni razón, una desesperación que duerme en todos nosotros y de pronto despierta. Despierta por una tecla que alguien ha pulsado inesperadamente. Es algo relacionado con la muerte, con la certeza de que todo lo que se haga es más o menos inútil, algo del orden del sentido y sinsentido de las cosas. Pero la tecla ha sido pulsada y ya no hay vuelta atrás. Lo que sigue es/será hacerse cargo, aprender a soportar lo cierto y hacer obra con eso. Obrar, sí, en el sentido más vulgar, salvaje y obsceno del término.
L.
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