jueves, 20 de junio de 2013
Samanes
Los samanes -árboles gigantescos con un tronco similar a las patas de elefante- están florecidos. Son extrañas esas flores. Parecen copos de algodón. Hace viento y cada fragmento que alguna vez fue hoja vuela por el pueblo dejando al árbol desnudo y triste. A veces aterrizan en el asfalto. O en el agua milagrosa de alguna alberca. Hace calor y por fin mis pies se han librado de las medias y los zapatos que los oprimían en Bogotá. Aún traigo el frío de esa ciudad. Pero se disipará poco a poco así como se va derritiendo el hielo. Aquí pasé mi infancia. Siento como si estuviera viviendo adentro de una foto en sepia. En octubre las mariposas se aparean chocando sus alas. Los pájaros, en cambio, copulan luego de un largo proceso de conquista. El procedimiento consiste básicamente en extender las alas y batirlas cerca de pequeños arbustos para hacer ruido. Las acacias están florecidas en tonos rojos, amarillos, naranjas y verdes. Ahora leo tu poema que habla del regreso y pienso también que estoy volviendo a lo primitivo, a lo virgen, al mar antiguo y lejano que, en mi caso, no es más que un árbol desnudo.
Andrea
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