A la Madre Isabel le debo mis brazos firmes. No sé cuántas veces me obligó a permanecer con las manos arriba durante horas como reprimenda por mi mala conducta. A los cuatro años resulté ser una niña bastante rebelde para los cánones de las monjas eucarísticas. Me escapaba de clase para recoger flores de manzanilla, le huía a las presentaciones y me mojaba el cabello si tenía calor. Todo eso era una afrenta para la reverenda morena y gorda. Me forzaba, además de castigarme, a escribir mil veces no debo. Terminé el preescolar con los músculos fortalecidos y una excelente grafía. Fue también gracias a ella que conocí los infinitos nombres del infierno. Averno, tinieblas, orco, horno tostadero. El que más me gustaba era el de paila mocha. La Madre Isabel me quería a su modo. Me lo demostró con los abrazos asfixiantes que me daba al final de clase y con la pequeña estatua de la virgen que me regaló cuando cumplí cinco años. Hace mucho que dejé de ser católica…Si es que alguna vez lo fui. Pero tuve que asistir a tantos rezos, misas y catequismos que algo de eso quedó en mí: una cierta sensación de culpa, la idea de que alguien me está mirando siempre y -por supuesto- unos brazos fuertes capaces de cargar con la más pesada cruz.
Andrea
Católicos o no todos fuimos castigados y sentimos culpa y cargamos cruces más o menos pesadas. Tu relato, Andrea, resume todo eso de la mejor manera y a partir de una experiencia real.Muy buen texto y excelente final.
ResponderEliminarRulo
También fui a una escuela de monjas en la secundaria y yo era la rebelde del grupo. Una vez me castigaron por llevar la pollera un poco más corta, apenas por encima de las rodillas. Y las monjitas me hablaban del sexo como si fuera satanás en persona. Me sentí muy identificada con tu relato, Andrea. Gracias.
ResponderEliminarMika
A lo mejor Andrea, la Madre Isabel, te dió lo único que tenía: miedo a la razón como si ella no fuera fundamental para la fe.La Encíclica de Juan Pablo II Fe y Razón recupera el lugar de la filosofía en la fe católica. Pero tal vez sea Oscar Wilde desde la cárcel de Reading quien destacó lo más importante de esta religión y es el Perdón que otorga nueva vida borrando un pasado culposo, equivocado o aterrador. La cruz también anticipa la resurrección. Tal vez ese que te mira sea el mismo que está listo para ayudarte si alguna vez tus brazos fuertes no pudieran con la cruz que te toque.
ResponderEliminarGraciela B
Muy lindo tu texto Andrea. Eso de la culpa nos toca a todos. Y son tantas. Abrazo, Enrique
ResponderEliminar¡Qué lindo es leerte; Andrea!
ResponderEliminarEste texto me recuerda el posteo “vida o literatura”, contás tu paso por el paila mocha de una manera tan bella que supera los hechos.
Un relato con melodía.
Me pregunto si seguirá vigente es modo de violencia física que tiene la educación católica.
e.