lunes, 2 de noviembre de 2009

La decisión de Grusswillis


Esta pareja de gatos de madera es el único recuerdo que Grusswillis conserva de la siamesa. Ahora ni siquiera sabe si fue amor lo que tuvo con ella. Amor o qué mierda, suele preguntarse vomitando afrentas. Ya le cuesta imaginar la cara, el lomo erizado y hasta la voz de la traidora. En estos días mi gato se deshizo de pequeños e inútiles objetos: la bombacha felina que compraron juntos en un pornoshop de Caballito, el pijama de seda que ella solía usar en verano y terminó colgado en un poste, los pelitos color café. Luego vendrían nuevas tareas como tirar el anillo al agua, lijar ralladuras de uña en el sillón, cortar con los dientes la cinta roja comprada en Bahía do Gato (renombrado catcenter de la negritud felina) y romper en pedazos un boleto del colectivo 127: sólo él sabe por qué. Fue un segundo entierro. En plena actividad Willis pensaba todavía en el descaro de su ex. Y hasta revivió algunas imágenes sueltas de Gatúbela en Batman II. Ahora sólo quedan juguetes de madera y con ellos algo debe hacerse. Grusswillis duda y por eso consultó de urgencia al psicogato de los techos. Sin decisiones no hay destino, se dijo en la sala de espera para darse fuerza. El profesional, de lentes y bigotes excesivos, le dijo que tirar o no tirar los restos materiales de un recuerdo era indistinto, que lo que importa es el proceso interior y saber hasta qué punto el caso ha sido superado o sigue latente. Mi gato no entendió nada, pagó la sesión con una bolsa de alimento balanceado y luego, en soledad, pensó detenidamente en la cuestión. Voy a conservar este recuerdo porque es mío, decidió por fin. El pensamiento lo llenó de energía y misteriosamente lo impulsó a darse una vuelta por las piedritas. La limpieza del alma comienza a veces en el lugar menos pensado.
L.

8 comentarios:

  1. A mi me enseñaron hace poco que somos dueños de "auqello que perdemos". Grusswillis: no sé si quemando las naves, los boletos y las cartas se consigue algo. Luchar contra la nostalgia es durísimo para gatos sensibles como usted o naoko!

    ResponderEliminar
  2. Todos tenemos en algun cajon un recuerdo escondido. Y aun cuando éste se olvide, siempre cabe la posibilidad de tropezar con el. Es mas efectivo echarlo. ¡gatos!
    Lorie Torres, desde Puerto Rico

    ResponderEliminar
  3. Luchar contra la nostalgia quemando naves,dice Petalo.
    Conservar algo, piensa Grusswillis.
    Ambos caminos son sabios! Lo bueno es saber cuando se ha terminado.

    Lindísimo texto Luis!

    ResponderEliminar
  4. Muy lindo texto, Luis.
    Me gustó el final. Sutil.
    Beso, Jéssica.

    ResponderEliminar
  5. Hay instantes en que -impregnados por un amor que pareció eterno mientras fue- uno comprende que ya no hay tiempo ni para el olvido.

    MARTÍN EQUIHUA

    ResponderEliminar
  6. Creo que usted Grusswillis es un gato decidido y saca sus propias conclusiones. Después de todo hace bien en conservar su recuerdo, es suyo. Aunque no es cuestión de usarlo como excusa para quedarse colgado de las alturas pensando en lo que no fue. Recuerde a Serrat y tire p'alante que empujan atrás.
    Graciela B

    ResponderEliminar
  7. Me parece, Luis, que sin que te des cuenta, te está saliendo una pequeña novela con la historia de tu gato. Enhorabuena.
    Abrazo grande.
    F. Vico.

    ResponderEliminar
  8. y llegado el momento vendran las rascadas de lomo al sol con las patas pa` arriba,(buenos momentos esos), y en una de esas alguien se detiene,se demora y tiernamente nos rasca la cabeza... ronroneo...

    ResponderEliminar