viernes, 26 de julio de 2013

La fragmentación


Y de pronto los cristales de la gran ventana estallan en el aire como un revuelo de, no sé, palomas. Digamos palomas por decir algo. Y de pronto lo que parecía un cuerpo único, la unidad concentrada en un gesto, se derrumba convertida en nada. Y de pronto el mundo hasta ayer tan sólido se ve a sí mismo en un curioso estado de caída libre o parálisis. La fragmentación. Los pedazos. Y entonces llamo a la fuerza pública, a las enfermeras que antes venían presurosas, diosas todas del paraíso perdido. Pero ninguna responde al llamado. O sí. Una dice que está en una reunión. Tantos libros y altares inútiles a mi alrededor. Tantas cartas y mensajes electrónicos o daltónicos travestidos en perfectos restos de basura desechable. Divinos contactos condensados en un ramo de fantasmas. Estampida de elefantes en la noche. Ni siquiera la palabra caos viene en mi ayuda. ¿Adónde fueron a parar los cristales de la gran ventana? ¿Voy a salvarme una vez más por el fragmento? Soy ahora el papel roto y transformado en no sé qué. Digamos no sé qué por decir algo.
L. 

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