lunes, 29 de julio de 2013
Optimismo en la acción
Se atribuye al pensador italiano Antonio Gramsci haber acuñado una máxima que todavía hoy tiene un considerable valor. Pesimismo en la idea/optimismo en la acción. Del famoso lema se desprende una mirada sombría respecto al futuro del mundo y, al mismo tiempo, un elogio explícito de la acción como la forma más alegre de abordar cualquier tarea encaminada a cambiar la vida así sea parcialmente. Es cierto además que el optimismo de la voluntad, traducción más precisa del postulado gramsciano, es algo que caracteriza a no pocas personas aún en este presente difícil, confuso y desangelado. Hombres y mujeres que no dejan de golpearse la cabeza contra la pared del amor, la pared de la vida cotidiana, la pared de los sistemas filosóficos, la pared de la política, la pared del sexo, la pared de la desgracia. Mujeres y hombres para los cuales algún día ese muro va a caer y suponen con mayor o menor ingenuidad que el deseo de alcanzar un mundo mejor cristalizará dejando paso al hombre verdadero, a la mujer verdadera, a la vida verdadera, al proyecto de justicia y belleza que tantos imaginan y que hasta el momento, debe admitirse, no se ha realizado. ¿Por qué? Acaso porque aún vivimos sin saberlo en la prehistoria de la humanidad.
L.
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