Todas esas sombras que asombran en la piel, esas curvas femeninas o animales que cubren la pintura de amargura, quiero decir, esas manos invisibles y livianas, las de un ángel herido de muerte, todas las ilusiones ahí estampadas a nieve y fuego van a quedar en cero cuando la reina llegue y salga por fin de la ducha, tan débil entonces como esas líneas de aire, como esas lunas manchadas que parecen juegos de niños en la pared a punto de cristalizar y romperse, o, también, redondas curvas femeninas o animales. Quiero decir.
L.
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