viernes, 12 de julio de 2013

Sólo porque me gusta


Los libros intrascendentes están escritos "para" alguien. Ahí quizás esté el problema. En la dedicatoria implícita. En eso de escribir para chicos, para adultos, para ancianos, para transmitir mensajes positivos, para calentar a mujeres solteras o a hombres insatisfechos, para vender, para enseñar a escribir, cocinar, coger y cosas así. Pienso en un libro que no fue escrito para nada ni para nadie. Pienso en El Principito de Antoine de Saint-Exupery. El autor fue piloto de línea y fue, además, un hombre muy solo. La idea de componer el célebre libro "para" niños no salió de él. Se cuenta al respecto que el autor se la pasaba dibujando y escribiendo cartas en servilletas de papel y en hojas de menú de restaurantes. Curtice Hitchcock, su editor, le preguntó un día por esas cartas y esos dibujos. La respuesta de Antoine fue tan sencilla como sorprendente. "Poca cosa -dijo-. Es el niño que llevo siempre en el corazón". ¿Y por qué no publicamos eso?, insistió con astucia el editor. Así nació El Principito. Sin intención premeditada. Porque sí. La anécdota recuerda unos lindos versos del poeta santafesino José Pedroni que cito de memoria. "Cuando estoy triste lijo mi cajita de música / No lo hago para nadie/ Sólo porque me gusta".
L.

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