martes, 2 de julio de 2013

Peón cuatro rey


El primer campeón mundial de ajedrez, Wilhelm Steinitz, murió internado en un asilo de lunáticos. Fischer y Kasparov enfermaron casi al mismo tiempo. El acto de mover 32 piezas en un espacio de 64 casillas se convirtió para muchos en grave obsesión. El ajedrez fascinó por igual a Napoleón, Lenin, Guevara, Rembrandt, Dalí, Ernst, Chagall. Borges imaginó que Dios mueve al jugador y éste a las piezas. Las aventuras de Alicia en el País del Espejo desarrollan frase a frase un disparatado problema de ajedrez cuya posición inicial y absurda solución es propuesta al comienzo del libro. Nabokov, el autor de Lolita, definió al juego como un arte bello, complejo y estéril. Una novela suya cuenta la historia de un amigo realmente existente, el maestro Curt von Bardeleben, que se suicidió arrojándose por una ventana. Terrible coincidencia. Otros cuatro ajedrecistas lectores de Nabokov se mataron de igual modo. Habrá que cuidarse entonces de peones, alfiles, torres y caballos. Pero sobre todo habrá que estar atento al movimiento de las reinas. Son ellas las peligrosas. El rey es la víctima.
L.

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