jueves, 5 de septiembre de 2013

El cielo está en la tierra

Para subir al cielo se necesita una escalera grande y otra chiquita. Lo dice o decía una vieja canción. Para bajar a tierra hace falta un casco, una escalera, acaso un cajón de madera. Subir al cielo. Bajar a tierra. ¿Podría hablarse de un punto medio entre ambos polos? Podría hablarse. Un poco de cielo es necesario en cualquier situación. La pura tierra es extenuante y rutinaria como destino. Es, fuera de discusión, un buen punto de partida. Pero no alcanza y por eso tantos tienen, tenemos, la cabeza entre las nubes. Puro cielo sería, igualmente, intolerable como proyecto. La convivencia con los ángeles no siempre es armónica y uno se cansa de tanto viento, tantos pájaros perdidos, tanto sol sin filtro para la piel, tanto azul ilimitado. Pero aún el vuelo más alto desprovisto de tierra puede terminar en catástrofe. Sobre todo si no contamos con un lindo par de alas. Conclusión. Los pies hundidos en la tierra. La cabeza en el cielo. Y las manos, de ser posible, siempre dispuestas a todo lo que aparezca. Hay además otro cielo. Hay además otra tierra.
L. 

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