domingo, 22 de septiembre de 2013

Lunes 3 AM

Yo sé que el lugar existe. Es una península o tal vez una isla. Estuve ahí. Estoy seguro. Uno debe cruzar un río si no hay crecida. Porque si hay inundación es imposible. Del otro lado hay un bosque de árboles muy altos y muy finos. Una especie de abedules de piel blanca. Estuve ahí. Estoy seguro. En el sueño, porque esto es el relato de un sueño reciente, debía venir la gran cantora, la mayor de todas, la que por supuesto está muerta desde siempre. Ella, la más grande, iba a hacerme un homenaje por un motivo especial. La ofrenda consistía en interpretar una canción que yo me sé. ¿Duerme negrito? Puede ser. Pero todo se frustró porque alguien, desde una altura media, acaso una montaña baja, arrojó una especie de reloj gigante que desprendía un sonido estridente y opuesto a las cuerdas de una guitarra que alguien, un músico o acaso la propia cantora, comenzaba a pulsar. La artista mayor no pudo hacer lo que se proponía. Y entonces me alejé buscando el lugar estando seguro de que existe. Alguien que ya olvidé debía conocerlo y yo era el guía elegido para mostrar el camino hasta ahí. Porque solamente yo lo conocía. Sé que existe ese paraje o algo que podría llamar paisaje. Es una península o una isla. Si no hay corriente de agua uno llega a una porción boscosa y alargada caminando por donde se alcanza un ruido de mar o de tierra en penumbra. No puedo recordarlo ahora con exactitud. En el camino perdí a la gran cantora y cuando volví no sé de dónde, tal vez de una ruta lluviosa o de algo alejado de la escena, la gran artista, que en realidad se había muerto, no estaba en ningún lado. Su dulce y profunda voz se oía sin embargo desde unos parlantes en un bar donde casi todas las mesas habían sido ocupadas. Todas menos una. Pero ya era tarde. Los rostros conocidos se habían evaporado y una mano sigilosa desconectó la música como quien dice todo terminó. Y yo pensaba fijamente en aquel sitio de tierra o de mar donde, si no hay crecida o ríos encontrados, se alcanza milagrosamente un bosque de árboles muy altos y muy finos. Son una especie de abedules pálidos y erectos que estoy seguro de haber visto alguna vez. De tan pero tan poco me sirve ahora estar despierto.
L.

No hay comentarios:

Publicar un comentario