viernes, 6 de septiembre de 2013

El otro


¿Es el otro un fin o un medio? Pensemos en una pareja. O en amigos o conocidos circunstanciales. O en la relación de un docente con sus alumnos. Para simplificar. Pensemos en cualquier vínculo que incluya a otras personas. ¿Qué hacer con ese otro u otra que de pronto asoman en el horizonte? Básicamente pueden o podrían hacerse dos cosas. Considerar al otro como finalidad excluyente y exclusiva, o, mejor, pensarlo apenas como un medio, un puente, un instrumento casi musical. Que no se entienda mal. No se está hablando aquí de apropiarse del otro en un sentido utilitario, digamos, como un auto o un lavarropas. Un amigo o una amiga pueden ser buenos compañeros de camino. Una mujer, novia, esposa, concubina o como se la quiera llamar, puede dar placer, ayudar en un sentido amplio, acompañar a un hombre a estar solo. Lo mismo un hombre para una mujer. Pero si el otro o la otra pasan de ser un medio a convertirse en finalidad excluyente y exclusiva, se ingresa en una zona de peligro. La situación se coloca de pronto a un paso del crimen pasional, el descuartizamiento, el combate inútil, la relación enferma y, llevada a un extremo, asesina. ¿Es el otro un fin o un medio? Si es un fin el río desembocará de manera muy probable en la mutua destrucción. Si el otro es un medio, un puente o un descanso, la vida en común se vuelve no sólo posible sino bella en el sentido más bello de la palabra. No es fácil claro. Construir una pequeña flor es un trabajo de siglos.
L. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario