viernes, 20 de septiembre de 2013
Encuentros y despedidas
Todo encuentro espera tarde o temprano el momento de la inevitable despedida. Se diría que así funciona la mecánica social. Encuentros y despedidas, cruces de avenidas, caras y cuerpos que se desdibujan como charcos en la arena. De pronto los hermosos momentos dejan de compartirse. ¿Por qué suceden así las cosas? ¿Por qué la vida no se limita solamente a los abrazos y a los besos que nunca terminan y se extienden como divina permanencia en un espacio inconcebible? No es una pregunta fácil de responder. El mundo parece de pronto como un sitio de plafones ágiles, movimientos sin rumbo de fantasmas, cierto cansancio que luego se traduce en distancia y finalmente en alejamiento. Cada encuentro gesta en silencio una despedida que tarde o temprano habrá de producirse. Los adioses reiterados serán recompensados con un encuentro soñado o incluso real. Pero, no hace falta aclararlo, nada ni nadie es para siempre. Y hasta la palabra siempre pierde con el tiempo su sentido original.
L.
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