miércoles, 31 de agosto de 2011

Algo que empezó como sabor


Hasta la mejor pareja conoce un momento donde la pasión inicial se transforma en algo indefinible y raro. No importa cómo se llame el estado anterior. Podría ser la situación de enamoramiento, un resplandor, alguna especie de fusión desesperada. Tarde o temprano eso cambia en un sentido o en otro. No importa cómo se llame el nuevo estado. Y si el vínculo se rompe lo que deviene es el final, más o menos anunciado, de algo que empezó como sabor.
L.

Puñales


Erotismo en Cortázar


A Julio Cortázar siempre le molestó algo que denominó erotismo ginecológico, es decir, la prosa vulgar, explícita sin necesidad, convencional e inverosímil por sobre todas las cosas. Cuando se le preguntó por la sexualidad casi invisible en sus cuentos hizo una única excepción con La señorita Cora, un cuento de Todos los fuegos el fuego. Es el relato más erótico que escribí en mi vida y ningún crítico se dio cuenta, le advirtió al asombrado entrevistador. Al lamentar su conocida dificultad para usar palabras directas en el terreno aludido comentó que, en ocasiones, necesitó la palabra concha "más que los cigarrilos". Pero, aún así, prefirió la abstinencia.
L.

martes, 30 de agosto de 2011

Trabajos de blog

Pensar algo, escribir, borrar, buscar una foto, subirla, arrepentirse, cambiar de tema, encontrar algo aceptable, descubrir que es demasiado personal, buscar nuevos caminos, regresar, cansarse, tener ganas de mandar todo al diablo, o a la mierda, sentir culpa por haber usado una mala palabra, volver a escribir diablo en vez de mierda, pensar algo, escribir, borrar, buscar una foto, provocar, volver sobre los pasos, quedarse dormido, al fin, sobre el teclado.
L.

La fiesta del yo


En las editoriales, en las redes sociales o antisociales, en los diarios, en la televisión, en los blogs (también en éste) el yo se puso de moda. Yo es una fiesta. Cualquier hombre o mujer escribe la historia de su vida o sueña con escribirla algún día. Plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro de memorias. Eso sería todo. Muchas personas están como poseídas del derecho a reafirmar la importancia de dar testimonio de lo que sea. Están convencidas de que la vida propia, personal, íntima, es muy importante y valiosa para todos. Pero la memoria, aún la más real de todas, no es ni testimonio ni fábula ni transcripción de hechos. Lo que importa no se compone de lo que le haya pasado al autor (eso es cosa de él) sino del sentido posible de lo vivido. Y para eso, qué vamos a hacerle, se requiere un mínimo de imaginación literaria. Todo radica en el arte. El sólo hecho de vivir con la mayor intensidad no garantiza nada.
L.

Mañana es mejor

Como los viejitos que en la plaza del tiempo evocan momentos de la vida que consideran felices. ¿Lo fueron realmente? Fotos pegadas en un álbum, imágenes temblando en la pantalla, papelitos, perfumes, lindas dedicatorias en libros que nadie va a leer. Como aquellos días del campamento en el sur, el viaje en moto junto a la playa, los besos de hotel, caminar juntos bajo la lluvia fría. ¿Todo ha caído? ¿Qué hacer con el pasado? ¿Caminar sobre las ruinas? Decir yo he conocido es decir algo ha muerto. Pero no. Mañana es mejor.
L.

lunes, 29 de agosto de 2011

El viaje inmóvil

Para viajar de verdad no conviene desplazarse mucho. Al contrario. Nómadas son los que no se mueven, decía Toynbee. Se convierten en viajeros porque se niegan a partir. No hay en ningún lugar nada que pueda resolver ningún problema que tengamos. Si algo nos afecta habrá de acompañarnos adonde vayamos. ¿Significa esto que no es lindo de vez en cuando darse una vuelta por el mar, la luna o las montañas? No. Lo que se está diciendo es otra cosa. El verdadero viaje, como la verdadera revolución interior, va por dentro.
L.

Miedo al miedo


Alguna gente le tiene más miedo a exhibir su miedo, o su dolor, que a desnudarse en público. Hay una parte comprensible. No hay por qué andar mostrando intimidades por todas partes. Eso se hace con la gente muy cercana y no con cualquiera. Pero el miedo al miedo, y a mostrarlo, llega a ser en el presente casi una enfermedad universal. Un alumno me cuenta que murió su padre "pero que por suerte ya lo superó". Una amiga me dice que tiene miedo a quedarse sola "pero que igual no es nada importante". Nada grave. Apenas un ángel negro que pasó el domingo y se fue el lunes. Como el huracán de Nueva York que al final acabó convertido en un vientito. Miedo a decir que algo duele y mucho. Miedo al miedo. Miedo a que se vean las llagas. Miedo a la verdad en todas y cada una de sus formas.
L.

Ella le dice

Ella le dice que a veces tiene miedo de que él deje de amarla. Dice. Si viajo puede ser que dejes de quererme. O, también, que yo deje de sentir lo mismo. Ella admite la reciprocidad. Él le dice que las dos cosas pueden pasar. Le dice que a veces llueve y a veces brilla el sol. La conversación no tiene sentido. Los dos suponen que algo que empezó puede terminar en cualquier momento. Y por eso, porque tienen miedo a dejar de amarse algún día, le temen a los viajes, al movimiento más en general, al tiempo que es veloz y es implacable.
L.

Un deseo bailado


No sé nada de tango. Pero me gusta escucharlo a veces y, sobre todo, mirar a las parejas que lo bailan. Sé que hay una famosa definición del género que relaciona sexo y tango. No la recuerdo ahora pero puedo entenderla. Ayer, en el festival del centro de exposiciones de Buenos Aires, pude comprobarlo viendo cómo funciona el abrazo tanguero, la mano del hombre que se desliza peligrosamente desde la cintura de la mujer hacia abajo, observando los cuerpos. Quizás el mundo necesite más tango y menos virtualidad. Más contacto y menos palabras. Porque si algo tienen de bueno el tango y el sexo es justamente eso. Lo que empieza en el abrazo y termina en algo demasiado parecido a la fusión nuclear.
L.

Chile vuelve a empezar


Qué


¿Qué cosas justifican una vida? La pregunta es peligrosa. Puede abrir un amplio abanico de tonterías próximas a los miniposters optimistas o a la prosa de autoayuda. Cada tanto se publican falsos poemas de Borges que responden al interrogante con listas que gustan a la gente linda. Los felices le temen al poeta (la poesía no miente) y le atribuyen pensamientos banales que el Borges real jamás hubiera siquiera imaginado. ¿Por qué? Porque era un escritor de verdad. Esto no cae bien a la gente linda. Entonces llegan los deseos apócrifos. Las listas. Tomar helados, hacer el amor, viajar a Italia, beber un buen vino malbec, pasar la tarde en un shopping, etc. Así son las listas que se leen a veces. ¿Pero qué cosas justifican una vida? La duda no será aclarada. No en este lugar.
L.

domingo, 28 de agosto de 2011

Lo mejor de mí


Lo mejor de mí está ocurriendo ahora. O está por suceder. Pero nunca existió. Jamás. Lo mejor de mí no está en los recuerdos (siempre deformados) sino en los sueños (siempre perfectos). No está en el pasado sino en el difuso porvenir. Soy pura semilla de un árbol no nacido. Una semilla que aún debe confirmarse. No iré de viaje en busca de lo mejor de mí porque sería perder el tiempo. Una sola cosa es cierta. Vivir no consiste en volver sino en ver cómo todo se va y no vuelve. Ese todo incluye todo...menos lo mejor de mí.
L.

Inventar el domingo

Dicen que el domingo a las seis en punto de la tarde es el día y la hora de los suicidas. El tema ha sido bien estudiado. Es un día no atado a nada. Sí lo están los días y las noches de la semana. Y encima caen las sombras de la tarde. El vacío que se produce suele ser tremendo. Alguna gente se interroga sobre el sentido de la vida. Pero no es buena pregunta. La vida no tiene un sentido previo a la vida misma. Cada uno se lo puede dar, por ejemplo hoy, de la mejor manera posible. El domingo está hecho para gente con imaginación.
L.

sábado, 27 de agosto de 2011

Yo sólo quiero aquél


Todos los besos I

En su libro La vida sexual de los salvajes el antropólogo Bronislav Malinowsky menciona a un pueblo primitivo de Nueva Guinea cuyos habitantes ignoran el beso. Ellos se complacen mutuamente mordiéndose las pestañas. Papuanos y grupos tribales africanos se dedican al intercambio de alientos y aromas. Los mongoles aprietan su nariz contra la mejilla del otro. Los japoneses carecen de un vocablo para designar al beso. Los estudiantes chilenos se besan frente a los ministros como forma de protesta. Besar, define el diccionario, es tocar con los labios una cosa en señal de amor o reverencia. En la Biblia se dice que Dios insufló la vida a Adán desde su boca sagrada. Quizás esto explique el hecho de que algunas civilizaciones relacionen el encuentro de las bocas con lo espiritual. Los psicoanalistas hablan con frecuencia de la oralidad como una forma singular del coito. Y más allá de esta lista soñamos todos con un beso especial -yo sólo quiero aquél- que no volverá a repetirse.
L.

Todos los besos II


Libertad y opresión


Está de moda entre los lectores de Deleuze y otros pensadores contemporáneos subestimar el papel del Estado en nuestras vidas. No lo necesitamos, dicen. Democracia directa, dicen. Usan otras palabras lindas como colectivos de pensamiento, autoconvocados, autogestión, etcétera. Curiosamente los sectores ultraconservadores piensan exactamente igual. Basta de Estado, dicen. Ninguna intervención, dicen. Libertad, para ellos, es liberalismo. Hace algún tiempo Lula, ex presidente de Brasil, aclaró la cuestión de una vez y para siempre. Los que están bien económicamente no necesitan del Estado, dijo. Los humildes, los trabajadores, los marginados, no pueden prescindir de ese aparato por más opresor que sea. Necesitan sí o sí de que existan hospitales grauitos, escuelas gratuitas (por eso luchan los jóvenes chilenos en estos días), parques públicos para tomar aire, espacio público, beneficios sociales. El estado opresor puede ser utilizado por los oprimidos para mejorar sus vidas así sea en parte. Y esto, curiosamente, no les interesa a los lectores de Deleuze y otros pensadores de moda.
L.

viernes, 26 de agosto de 2011

Vivir sin ideas


La idea del amor mata el ejercicio concreto del amor. La idea de la revolución destroza o traiciona revoluciones. La idea de mujer de mi vida (o del hombre de la vida de alguien) fracasa siempre dado que dicho ser no existe ni existirá jamás. Lo mismo podría aplicarse a infinidad de asuntos. Vivir sin ideas no es vivir como tontos, apáticos, grises o indiferentes. Al contrario. Es conectarnos con las cosas directamente y sin juicios previos...hasta donde sea posible. Y, sobre esa base, agotar la experiencia del amor, de la revolución, del hombre, de la mujer, de lo que sea. El sabio no tiene ideas, decían los antiguos chinos. Pero está dispuesto a tenerlas.
L.

Empezar desnudos


No sólo nacemos desnudos. También empezamos a escribir sin ropa. Ni siquiera interior. Poco a poco, a medida que las palabras aparecen, nos vamos vistiendo. Escribir, dice Vargas Llosa, es un streaptease al revés. Uno empieza desvestido y termina cubierto hasta el cuello. Y así con tantas cosas. Pero a no tomarse muy en serio estas ideas. En ocasiones, cuando terminamos de escribir, también es bueno volver a quitarse la ropa. Todo depende.
L.

Álbum de fotos

Miro el álbum de atrás para adelante. Me veo tan joven en las últimas imágenes, tan increíblemente limpio, tan recién nacido. A medida que doy vuelta las páginas puedo apreciar el lento pero inevitable proceso de envejecimiento. Casi un anciano diez años atrás. Viejo en todo sentido y previsible hace tres décadas. Y, ya convertido en bebé, ahí sí, totalmente arruinado y seco, lleno de ideas anquilosadas, muerto al llegar. Cierro el álbum y pienso en todo el trabajo y el tiempo que cuesta empezar a ser alguien.
L.

jueves, 25 de agosto de 2011

Otros mundos

Hay otros mundos pero están en éste, decía Paul Éluard. Hay otras vidas posibles. No todo está escrito y claro y determinado. Se trata apenas de estar atentos al confuso devenir de las cosas. No dejarse aturdir por los amos del sueño y probar siempre nuevos senderos. Vivir es desviarse. Pero desviarse a tal punto de no saber, ya, de qué o de quienes nos estamos desviando. Y eso es todo por hoy.
L.

Escribir desde lejos


Mejor escribir desde lejos, es decir, cuando los hechos vividos se enfriaron. Escribir en caliente es un riesgo. Hacerlo es ponerle palabras a lo inmediato. Se corre el riesgo de la obviedad. Hay que dejar decantar las experiencias. Que se pierdan un poco. Que se desdibujen. Y recién después, olvidándolas o recordándolas deformadas, ahí sí, escribir. No son buenos los textos sobrecargados de emociones. Conviene enfriarse primero para calentarse al final.
L.

La interrupción

Pocas cosas pueden hacerse ya sin interrupciones. Hablo de cosas tan básicas como ver una película o una obra de teatro, dar clases, conversar, escribir, ir al baño, leer, soñar, pensar en algo, hacer el amor. Nada del otro mundo. Son cosas sencillas como las que acabo de nombrar. Ya no es posible encarar en paz ninguna de ellas. En mi vecindario suenan de manera casi constante baterías de rock, sirenas de ambulancias o automóviles, celulares, gritos desesperados, radios, música a todo volumen, televisores y perros. No sé qué pensar. Supongo que la vida es eso o debe serlo. Ruidos, llantos y carcajadas. En el mundo se está instalando una nueva religión. El dios del trueno es la nueva divinidad. Ante ella casi todos se arrodillan. La interrupción es la marca de la época. ¿Por qué será? ¿Por qué tanto miedo al silencio y a sus colores tan intensos? 
L.

Amor, sexo y distancia

El amor es, en extremo resumen, una clara metáfora del sexo. Es un cuerpo que desea a otro cuerpo. No una idea que sueña con otra idea. La carne resulta fundamental. Pero no es lo único. El amor busca también la unidad en la dispersión, es decir, una razón que sostenga desde otro lado la "locura" del cuerpo. Podría decirse incluso que amor sin distancia no es amor. La posesión amorosa es un problema metafísico y, como tal, no tiene solución. El amor nace de la carne pero encuentra a su objeto lejos de ella. Hay ahí un problema evidente. ¿Pero qué gracia tendría la vida sin problemas?
L.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Ocuparse de la moral


Lo que más perjudica a la moral es ocuparse de la moral. Oímos decir que hay que ser buenos, decentes, puros, fieles a la verdad, solidarios con los marginados. Pero los árboles no dicen que deben ser verdes. O que el tronco debe permanecer erguido. O que los frutos deberían caer verticalmente al suelo. O que hay que dejar que se escuche un susurro de hojas cuando el viento atraviesa el ramaje.
L.

Sagrada rebelión


Si uno escribe, ama, piensa, se angustia, se ríe, sufre, canta. Si uno saca fotos, baila, se desnuda, se pinta el cuerpo, se mueve. Si uno hace cualquier cosa siempre y en cualquier lugar...debe haber una razón. Y es posible que el motivo esté en la rebeldía. ¿Rebeldía contra qué? Tal vez contra la vida como es, el mundo como es, el deseo de sustituir tanta basura por alguna cosa que se parezca al deseo, al sueño erótico, al paraíso que imaginábamos de chicos. Rebelión contra lo que está. Sagrada subversión física y espiritual. Por eso, también, amamos.
L.

Lectura libre


Nada peor que leer por obediencia, moda o imposición. Borges decía que hablar de lectura obligatoria sería tan absurdo como hablar de felicidad obligatoria. Hace años, por ejemplo, que no leo diarios. O leo apenas lo fundamental de ellos. A lo sumo una nota marginal que me interesa por razones inexplicables. Los diarios en general mienten, deforman, construyen realidades anómalas y mal escritas. Basta con eso. Prefiero leer cuentos de Felisberto Hernández que me llevan a recordar lo que nunca viví. O los relatos eróticos de Anaïs Nin que calientan como es debido. O las aventuras del Hobbit en la aldea de Bolsón Cerrado. Prefiero hablar con le petit prince y escuchar, una vez más, cómo cuida a su rosa en el asteroide B612.
L.

Último día


Vivir cada día como si fuera el último. Es la solución. No vivirlo como uno más entre tantos. No suponer que disponemos de la eternidad. Al contrario. Sólo este día y listo. Ver objetos e individuos como si nos estuviéramos despidiendo de ellos, es decir, verlos realmente, sentirlos, tragarlos casi. Es la solución. Pero si cada día es el último, ¿quiere decir eso que debemos o deberíamos hacer cosas extraordinarias, raras o definitivas? No. Al contrario. Apenas entregarnos a las horas como para volverlas eternas mientras duren. Limitarnos a permanecer atentos. Y morir con vida. 
L.

martes, 23 de agosto de 2011

Desnudo y verdad


Pregunta una lectora por qué tantos desnudos en este blog. También me lo pregunto. Supongo que esa inclinación tiene algo que ver con nuestra búsqueda de lo que se esconde, se reprime, se falsea. Y hay algo en el desnudo del cuerpo que se inscribe en el orden de la verdad. Hay algo ahí, aunque moleste, que remite a los tiempos primitivos, cuando no todo era consumo, cuando no todo era cubrir las supuestas fealdades, el pecado, sino, por el contrario, descubrir, develar, mostrar al mundo lo más oscuro y luminoso del ser.
L.  

Sin ropa


El amor da trabajo


Ni siquiera el amor resulta fácil. Digo ni siquiera porque la simple asociación de amor y trabajo parece un contrasentido. ¿Acaso no amamos para descansar? ¿También hay que esforzarse en una cena, un viaje, una pieza de hotel? Me parece que sí. Mucho trabajo y mucho cuidado también. Un sólo desliz en ese terreno alcanza para arruinarlo todo. Sostener un vínculo es mucho más difícil que pasar una linda noche. O que hacer una fiesta o un viaje inolvidable. Coger cualquiera coge, podría decirse brutalmente. Pero sostener, lo que se dice sostener, eso es sólo y solamente para los elegidos.
L.

Horizonte horizontal


Más reclamos a los invisibles del blog


Es lindo reclamar, quejarse, interrogar. Es tan lejos pedir, decía Alejandra Pizarnik. Tan cerca saber que no hay. Pero en este caso hay por lo menos cien o doscientos visitantes diarios a Suspende. Queremos, al menos por esta vez, y para matar el frío polar en Buenos Aires, que se presenten, que digan de dónde son, que cuenten al menos en dos palabras qué les parece el blog, qué debemos cambiar, a qué se dedican, qué esperan de la vida, qué no esperan, si están enamorados, si tienen ánimo de amar. Más abajo ya hubo siete cautas respuestas. Algo es algo. Ahora pedimos respuestas incautas. Todas, de ser posible, abajo de este posteo. ¿Podrá ser?
L.

Lo efímero


Suele molestarnos la tremenda fugacidad de las cosas. Y hay demasiadas razones que alimentan el fastidio. Pero si lo pensamos un poco el hecho de que algo se termine -un fin de semana largo, un amor, un trabajo, una fiesta, un beso largo, un sueño corto- no le quita valor a ninguno de esos milagros. Al contrario. La condición efímera da más brillo, potencia y sentido a los momentos de alegría, goce, ruptura invisible del tiempo cronológico y banal. Burbujas de silencio en el desierto de los ruidos. Descanso, alivio, excitación. Todo viaje es efímero. Todo amor. Todo poder. Todo emprendimiento. La vida misma tiene un plazo y un destino. ¿Pero acaso esa condición leve y perecedera la vuelve menos valiosa?
L.

lunes, 22 de agosto de 2011

Invisibles del blog

¿Hay alguien ahí? Cada tanto nos hacemos esa maldita pregunta. Nuestro contador no miente. Recibimos diariamente la visita de doscientas personas. Provienen de la Argentina pero también de Chile, España, Colombia, México, Estados Unidos y otros países. Pero raramente alguien deja algún comentario. Y más raramente aún cosechamos seguidores permanentes. Las visitas continúan pero no dejan huellas. ¿Por qué tanto silencio?
¿Hay alguien ahí?
Andrea y Luis

Como un gato con su gran cola negra


Al silencio le gustaba escuchar la música. Oía hasta la última resonancia y después se quedaba pensando en lo que había escuchado. Sus opiniones tardaban. Pero cuando el silencio ya era de confianza intervenía en la música. Pasaba entre los sonidos como un gato con su gran cola negra y los dejaba llenos de intenciones.

Felisberto Hernández

Agua sexual


Opuesta a la piedra dura el agua es fuerte por debilidad. Moverse y ocultarse como ella. Permanecer en estado de deriva y fluidez. El agua se adapta a cualquier recipiente que la contenga. No confronta pero avanza y vence. El agua tiende siempre a buscar los sitios inferiores y escondidos. Evita las alturas. Rodea lo que se le opone y sigue el viaje. El agua no tiene forma. En ocasiones se amolda al deseo ajeno. Su disponibilidad la convierte en un espejo de luces declinantes. A su paso produce rumores nocturnos, silencios que duelen, sexos que asoman entre las hojas muertas. Y así, contra lo seco y lo tan frío, compone el agua la perfecta silueta del amor.
L.

Un viaje en piano


Intimidad



Hostilidad del mundo y de las horas. Fascinación por la muerte en todas partes. En Israel asesinan a bebés palestinos en nombre de la libertad y el orgullo nacional. La Otán bombardea Trípoli, en Libia, en nombre también de la libertad y la democracia. Hostilidad en el vecindario. Espíritu de venganza. Conspiraciones mentales y eróticas. Ganas de escapar de todo eso. Justificado rechazo del mundo real. Descubrir en un cine algo llamado Copia fiel, o Copia certificada. Es una película de Kiarostami, el cineasta de Irán y las cerezas. Una pareja real o ficticia discute en un viaje corto sobre los posibles sentidos del amor y el odio. Debaten sobre la necesidad de no estar solos y de ser responsables por lo que sucede en cada instante. Mientras pasan las escenas tristes del film como un jardín sin hojas (¿es por eso menos hermoso?) siguen cayendo bombas en Trípoli, matan a bebés palestinos, se cantan himnos a la vida sobre una alfombra de huesos. Intimidad. Mujer desnuda. Alivio.
L.

domingo, 21 de agosto de 2011

Despedidas


Para qué sufrir con las despedidas, dice Cazuza en un tema clásico del rock brasileño. Eso. Para qué. Pero sufrir, a veces, resulta necesario e inevitable. Cuando alguien se va, por la razón que sea, se hace un gran silencio en algún lado. Es una especie de agujero insondable que se abre bajo nuestros pies. Y uno no sabe dónde meterse. ¿Para qué sufrir? La pregunta es absurda y la respuesta, en caso de existir, lo sería mucho más. El interrogante podría haber surgido entre los epicúreos (que vivieron unos 350 años antes de nuestra era) cuya línea filosófica se basaba en evitar el dolor y disfrutar solamente de los placeres. Qué lindo todo. Eludir la angustia y ser felices a toda costa. Pueden hacerse grandes esfuerzos en tal sentido. Pero las despedidas...¿a quién le gustan?
L.

A toda velocidad


Cuando el mundo era joven

Me dice Andrea que le hubiera gustado vivir en la época en que viví. No es que yo no viva en este tiempo donde en vez de cartas se escriben mails. Es una forma de decir. Con seguridad debe referirse a Sui Generis, a los Beatles, a las marchas contra la guerra en Vietnam, a la breve primavera camporista, a Salvador Allende, a los recitales de Charly García y Fito Páez, a los días -imagina ella- en que los jóvenes éramos concientes de ser jóvenes. Supongo que también debe pensar en la era de las mal llamadas utopías. A esos años en que muchos creíamos que el mundo marchaba al socialismo. Eso pensábamos al menos. Le digo que no idealice. Que no fue todo lindo. Que en el medio hubo una dictadura atroz con miles de torturados y desaparecidos, mujeres violadas por militares, divinos adolescentes cortados en pedacitos. Pero Andrea insiste. Dice que tiene nostalgia por lo no vivido. Cree que en los 70 era todo más emocionante. No idealices, vuelvo a decirle como queriendo acabar la discusión. Pero ella insiste una vez más y no sé qué decirle.
L.

sábado, 20 de agosto de 2011

La belleza


La belleza hace daño. Conocerla es quizás la mayor desgracia que puede ocurrirnos. Porque nos acusa, nos aplasta y enmudece. Cuando la belleza se muestra desnuda ante nosotros no sabemos qué hacer. Es en todo sentido inconquistable, rara, efímera y lejana. Hace un daño irreparable. Frente a ella sólo cabe apretar los dientes y callar. O, como mucho, saludarla desde lejos con la mano.
L.

Demasiadas palabras


No se puede amar solamente con palabras. No se puede de ninguna manera. El cuerpo es necesario -central- para darle vida y proyección a cualquier vínculo amoroso. El cuerpo, que también es palabra, confirma en acto lo que el discurso anticipa, configura o sugiere. Olor, fluidos, carne, consistencia palpable de las formas y los sueños. Demasiadas palabras arruinan el amor. Demasiado cuerpo también. Buscar el equilibro entre ambos factores es inútil. Todo amor, si es amor, es desequilibrado por definición.
L.

Gente culta

La gente culta no habla mucho de cultura. No dice palabras importantes. Eso lo hacen los eruditos, los huecos, los que se la pasan nombrando autores y películas y obras de arte. La gente culta lo es por dentro y no por fuera. No se envanece de esa riqueza inservible para comprar autos, casas, campos o aparatos de última generación. Simplemente convive con esas monedas sin valor de cambio. Juega con ellas. Se ríe de ellas.  La gente culta mira el mar sin esperanzas. Pero no deja nunca de observarlo con la mayor atención. La gente inculta sabe todo. La gente culta no sabe nada.

viernes, 19 de agosto de 2011

Camila


Camila Vallejo, la dirigente estudiantil chilena, las tiene todas. Hija de militantes comunistas (los genios de La Nación la definen como "una marioneta manipulada por el PC local"), 23 años recién cumplidos, estudiante de Geografía en la Universidad de Santiago, mujer capaz de ponerle freno al pinochetista Piñera, en fin, para qué seguir hablando. Dice Ribeyro que podemos enamorarnos de una persona que nunca sabrá de nosotros y que jamás conoceremos. Pertenezco a este grupo. Lo mejor del país de Salvador Allende, Violeta Parra, Pablo Neruda, Jorge Teillier y Víctor Jara vuelve a brillar bajo el signo de una estrella nueva. Se llama Camila y en ella se condensa, hoy, el futuro de Chile.
L.     

Salto y secuencia

Sólo en cine hay secuencias. En la vida no porque se vive a saltos y con grandes lagunas en el medio. Puede ocurrir que a un hombre no le pase nada en los primeros treinta, cuarenta o cincuenta años de existencia. Y que un minuto después ese mismo hombre suelte el hilo de los acontecimientos. Y que las consecuencias del desborde sean asombrosas. Y que la vida empiece justamente ahí, es decir, treinta o cuarenta o cincuenta años después de haber nacido. Porque hay secuencia en las películas. Y porque en la vida sólo hay saltos.
L.

Lo moderno es antiguo


Y lo antiguo se actualiza a cada instante, en cualquier lugar y pese a los esfuerzos incansables de la moda. Lo moderno es un invento reciente. De última hora. Un engaño evidente. Un raro maquillaje que afea la dulzura de las fuentes. Hundirse más y más en lo antiguo, beber sólo y solamente de viejos y olvidados vinos, leer lo de siempre, evitar variaciones que empañen la extrema vitalidad de lo lejano. Para ser modernos viajar en el tiempo y volver al futuro hasta desembarcar en el primer instante del mundo. Y ahí, colgados como pelos de raíces, descubrir por fin la novedad.
L.

Borrar y borrar

Seguimos borrando posteos. Eso ocurre sobre todo a la noche. Arrepentimiento, duda, autorepresión. La provocación no ayuda. Vulgariza. Estimula incluso comentarios no deseados o riesgosos. Y nosotros queremos mantener cierto nivel de calidad y, en fin, volvemos sobre nuestros pasos como pecadores hallados en pleno acto indecente. Pero después borramos. Como quien se ducha un largo tiempo después de una mala noche de amor. 
L.

Caballos en la niebla


jueves, 18 de agosto de 2011

Un autor invisible


Debe ser, por lejos, el mejor escritor latinoamericano. Pero muy pocos lo conocen. Juan Rulfo (1918-1986) es mexicano y escribió apenas dos libros en su vida. El primero (los cuentos de El llano en llamas) pasó prácticamente desaparecibido. De los dos mil ejemplares publicados la mitad debió ser distribuida como regalo por el propio autor. La editorial logró vender los otros mil con mucha dificultad. Después vendría Pedro Páramo, novela ejemplar, que fue descubierta por el mundo mucho despues. Rulfo no volvió a escribir. Cuando le preguntaban por qué solía decir que lo principal para él era tener un empleo que le garantizara la manutención de su familia. Algunas veces dijo (mintió) que no tenía "más jugo". Hoy cada uno de los dos libros mencionados vende cien mil ejemplares por año solamente en México. Eso desde 1974. Los derechos de autor llegaron tarde al escritor. Se diría que unos minutos antes de morir.
L.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Vivir sin metafísica


Si miro el mar pensando en el mar, es decir, en esa cosa inmensa, tan azul o verde pero igualmente maravillosa, quiero decir, si pienso que el mar no es el mar sino el templo de la naturaleza o alguna cursilería por el estilo, en fin, no veo el mar sino la idea mar. Si hago el amor pensando que se trata de un acto sagrado donde dos cuerpos se vuelven uno, es decir, fusión cristalizada en un abrazo eterno y cualquier tontería de esas, en fin, no hago el amor y, muy probablemente, ni siquiera pueda hacerlo. Si leo a, no sé, Cortázar o Cervantes con la noción de clásicos metida en la cabeza lo más posible es que no pueda entender ni una línea de Rayuela o el Quijote. Para qué seguir. Mejor vivir sin metafísica. Y mejor acercarse a la física sin mayores pretensiones de una vez y para siempre. Eso es vivir la vida como debe o debería ser vivida.
L.

Mala vida


Ni recursos ni esperanzas


No tengo dinero ni recursos ni esperanzas. Soy el hombre más feliz del mundo. Hace seis meses pensaba que era un artista. Ya no lo pienso. Lo soy. Todo lo que era literatura se ha desprendido de mí. No hay más libros que escribir. ¿Entonces cómo se llama eso que escribo? No son libros. Son libelos, difamaciones, insultos. Son un escupitajo arrojado a la cara del arte, un puntapié en el culo de Dios, del hombre, del destino, del tiempo, del amor, de la belleza...
Henry Miller

Mandíbula mecánica


Cuando Sigmund Freud era viejito (70 años) debió sufrir una delicada operación en la boca. Le instalaron, como recurso anticancerígeno, una especie de mandíbula mecánica. Justo a él cuya fuente principal de vida y trabajo era la palabra. Una mandíbula mecánica que pronto se convirtió en una prótesis odiosa. Como al pasar, en la única entrevista que se le hizo en vida, Freud habló del tema. Dijo que la situación le resultaba especialmente irritante. Dijo que, en varios momentos del día, mientras escribía o atendía a un paciente, se olvidaba casi totalmente del problema. Pero enseguida el dolor volvía. Aún así, dice en el citado reportaje, prefiero una mandíbula mecánica a no tener ninguna... y la vida a la extinción. 
L.

Habana Blues


Cámaras


Están poniendo cámaras en todos lados. En las escuelas, en la calle, sobre nuestras camas y hasta en el baño. Ya ni coger se puede. Los que se aman en secreto, los estudiantes, las mujeres duchándose. Todos están vigilados. La libertad de unos termina donde empieza la delación organizada de los otros. En este mismo instante millones de insectos electrónicos nos vigilan. En esta nueva Roma la vida privada, íntima, deliciosa y secreta se ha convertido en un maravilloso espectáculo. Cuidado. Periodistas y policías nos espían día y noche. También nosotros gozamos al mirar. Es más. Ahora sabemos todo sobre todos. Y casi nada sobre nosotros mismos.
L.

martes, 16 de agosto de 2011

Mujer sin razón


Dificultades


Afrontar el día, la tarde, la noche. Acordarme de no dejar hornallas encendidas antes de salir. Tampoco luces. Dificultad de recordar todo. Sostener este espacio. Tratar de evitar el tono impostado en los posteos. Esa cosa que suena a verdades eternas o definitivas. Dificultad para salirme de eso. Los peces, el gato, la lluvia, la bicicleta, las manchas de humedad en la cocina. Acompañar a los perros de la playa hasta el final. Preguntarle a Andrea por qué no escribe en el blog. Dificultad a la hora de hacer esa pregunta. Necesidad de insistir en eso y en todo lo demás. Pensar en la foto para ilustrar. Aunque no sirva para nada algo hay que hacer.
L.

No se entiende


Muertes y maravillas


Se nace tantas veces en el día como las que se muere. Nacemos y morimos de manera constante. Infinitas veces por minuto y por si acaso. En el día, en la semana, en el mes, en los años y en los baños. En la palabra siempre y en la palabra nunca. Las fechas que menos importan son las que figuran en biografías y documentos. No importa ninguna fecha en realidad. Nada que tenga que ver con el tiempo que miden los relojes. Importa apenas el estruendo al que, por un segundo, toda la tierra y nuestro corazón se han rendido.
L.

Sin besos