lunes, 15 de agosto de 2011
El mundo inmediato
Uno (yo) quisiera desprenderse eternamente del mundo inmediato. Conectarse apenas con el dínamo de las estrellas o con las tejedoras que viven en los bosques o en la luna verde. Uno (yo) quisiera no leer diarios ni revistas, no ver televisión, no salir del cuarto, permanecer flotando en el líquido amniótico o en cualquier fluido que habilite la felicidad por siempre y para siempre. Desapego, despegue, desconexión total y completa del llamado mundo real. Pero una vez elegida esta opción sale uno (yo) por esas calles y compra un maldito diario y enciende la maldita televisión y pide, exige, la última noticia del día y de la noche. Maldita contradicción.
L.
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